Lunes 29 de enero de 2007.
No sé si alguna vez leyeron la historieta Asterix. Si no lo hicieron, es una pena, es realmente extraordinaria. En ella, había varias imágenes que se repetían como efecto humorístico. Una de ellas era el bardo del pueblo, al que amordazaban por cantar mal. Otra, que es la que me interesa en este punto del relato, era que el jefe del pueblo, Abraracurcix, debía ser llevado sobre un escudo como forma de establecer su estatus social. Quienes portaban el escudo eran torpes, y el jefe solía terminar despatarrado en el piso. Allí, tirado, Abraracurcix, resignado, solía repetir:
-Estoy cansado, tan cansado...
Por la mañana, temprano, vamos con Sonia 04 a Frávega. Curiosamente, hoy no remoloneó en la cama. Salió despedida, enérgica, y enérgica caminó junto a mí por José María Moreno y luego por Rivadavia en dirección a Primera Junta, hasta llegar a Frávega. Entramos. Nos cruzamos con el mismo empleado que el sábado materializó la venta. Su rostro delata pánico, al ver a Sonia 04. Quien habla soy yo, digo que nos regalaron otro lavarropas, que el que compramos no nos va a servir. El empleado primero pone reparos, dice que no porque ya se registró la operación, luego que no porque se hizo con tarjeta de débito, luego que no porque ya no tiene argumentos. Nos conduce hacia atrás, se aleja para hablar con su supervisor -los supervisores de las casas de electrodomésticos y de servicios en general son seres misteriosos: siempre se los cita, pero jamás se los ve-, y luego regresa y nos dice que, por esta vez, nos devolverán el dinero. Esperamos, y nos llaman de la caja para avisarnos que ya se efectuó el reintegro en la cuenta, y que el mismo se acreditará en 48 horas.
-Ah no, yo quiero la plata ahora -dice Sonia 04.
-Muchas gracias -digo yo.
La tomo del brazo, salimos. Le digo que ya está bien.
Yo voy al trabajo, ella a comprar el lavarropas. Cuando llego, el Flaco me mira, va a hacer un comentario acerca de mi estado físico, le hago una seña para que se frene, y se apiada. Sonia 04 llama poco más tarde, dice que en la casa de Boedo ahora le dicen otro precio, que qué hace.
-Hacé lo que quieras, mi amor -digo.
Se queja. Dice que va a hablar con el encargado. El encargado, por si no se sabe, es el supervisor.
Corta.
Llama minutos más tarde. Dice que consiguió el precio que nos habían dicho el sábado, que entregarán el lavarropas hoy mismo.
-Buenísimo, mi amor -digo.
Cuando salgo del trabajo, voy hacia el departamento de Acuña de Figueroa. Tengo que sacar las cosas que van a la basura, y arreglar con la esposa del portero para que le pegue una última limpiada antes de que entregue las llaves, el próximo jueves. Me bajo en la estación Medrano del subte, paso por una casa de computación y compro un reproductor de DVD y DIVX (esto último, fundamental para ver las series descargadas con el Emule). Cuando estoy saliendo del local, suena el celular. Sonia 04.
-¿Pipu?
-Sí, mi amor, ¿qué pasa?
-Que todavía no vinieron a traer el lavarropas, y me tengo que ir a atender.
-¿Y pretendés que vaya yo? Tengo que arreglar este depto, te lo dije, tengo que entregar las llaves el jueves...
-No, ya sé. Yo te quería avisar.
-¿Y qué vas a hacer?
-No sé. Yo tengo que atender.
-Ah.
Quince minutos después, estoy arriba de un taxi en dirección a Caballito. La idea es llegar, que entreguen el lavarropas y luego me vuelvo en taxi a Almagro, ordeno, arreglo con la esposa del portero, tomo un taxi, regreso a Caballito, paso a buscar a Sonia 04 por su consultorio para cargar lo que falta de ropa, vamos al depto, preparo la cena...
Llego al depto. Sonia 04 me dice que aún no trajeron el lavarropas. Llama a la casa de electrodomésticos de Boedo. Le dicen que hoy no traerán el lavarropas. Ella les grita. Yo estoy furioso por haber venido al pedo. Le digo que es un buen motivo para mandarlos a la puta que los parió. Al final, vaya uno a saber cuándo traerán el lavarropas.
Salimos juntos del edificio. Ella va en dirección a su consultorio, yo a Almagro, en taxi.
Entro en el depto en el que viví solo casi dos años. Persianas bajas, el silencio es abrumador. Ordeno, limpio, saco al pasillo la cómoda que Sonia 04 no quiere, el puff que Sonia 04 no quiere, todo lo que quedó acá y Sonia 04 no quiere...
Hablo con Waldo, el portero. Le digo si mañana o pasado Silvia, su mujer, puede pasar a darle una limpieza al depto, así lo entrego en condiciones. Dice que sí, claro.
Le digo que dejé unas cosas en el pasillo, que por mí son para tirar a la basura, aunque si quiere algo que se lo quede.
Taxi, Caballito.
Paso por el depto de José María Moreno. Me ducho. Enchastro el baño: aún no tenemos cortina.
Paso a buscar a Sonia 04 por su consultorio. Cargamos valijas. Llegamos a nuestro departamento. Nuestro nidito de amor, debería decir.
Cocino, claro.
Intento un poco de sexo, en vano.
Me quedo dormido.
Vida marital, que le dicen.