miércoles, 2 de mayo de 2007

Sonia 04: Dos potencias se saludan, el regreso

Domingo 28 de enero de 2007.

Me despierto. Voy a comprar el diario, facturas. Decididamente, la panadería de la zona no es buena, tengo que ubicar otra. Luego de un rato, desde el dormitorio llega la voz consabida:
-Pipu...
Voy. Le llevo un café, pero Sonia 04 dice que desayunará en el comedor. Dice, además:
-Estuve pensando, Pipu.
No digo nada. Tiemblo, sí. Me siento junto a ella.
-¿Qué pasa, mi amor?
-Estuve pensando -repite.
-Ya sé, mi vida, pero... ¿Qué estuviste pensando?
-El lavarropas que compramos ayer. El Drean.
-Los de Frávega dijeron que lo traían mañana...
-Sí, pero estuve pensando.
-¿Qué estuviste pensando?
-Que no me gusta. ¿Vamos a devolverlo?
Me río, por lo menos hasta que me doy cuenta de que Sonia 04 habla en serio. Tiemblo, una vez más.
-Pero mi amor, ya lo pagamos...
-Sí, ya sé. Pidamos que nos devuelvan la plata.
-Pagaste con tarjeta de débito. No sé, debe complicar las cosas... ¿No querés desayunar?
Sonia 04 tuerce los labios. En verdad, hunde los labios en su boca, y lo que sobresale termina por ser una cruz.
-Vamos y lo hablamos.

Mientras desayunamos, digo:
-No sé, que nos devuelvan la plata es difícil. Además, ¿qué hacemos? ¿No compramos nada?
-Voy a comprar el Whirlpool en el local de Boedo.
-¿Vas vos?
-Sí. Mañana. Si nos devuelven la plata, claro.
-Si querés, lo que podemos hacer es, con lo que se pagó de lavarropas, usar esa plata para comprar cosas para el depto, y las pagamos en cuotas...
-¿Cosas?
-Cosas, qué se yo. Un reproductor de DVD, un home theater... No sé, para no perder el dinero.
-No, yo quiero la plata.
-Está bien, mi amor.

Está loca. Lo comprendo ahora. Está loca.

Vamos hasta el Frávega. Está cerrado.
-Pero nos dijeron que abrían el domingo, Pipu.
-Sí, qué se yo, como es verano en una de esas...
-¿Y ahora qué hacemos, Pipu?
-¿No podemos disfrutar de lo que tenemos?

Regresamos al depto. Intento un poco de sexo, en vano. Sonia 04 tiene la cabeza en el lavarropas, en la devolución del lavarropas que aún ni nos entregaron. Y, también, en que por la tarde viene mi familia.
-Tiene que estar todo bien limpio, para que vean que vivís bien -dice Sonia 04.
-Pero quedate tranquila, que no pasa nada...
Es en vano que lo diga. Comprendo, ahora, que es en vano que diga absolutamente cualquier cosa. Sonia 04 tiene una serie de preconceptos, de fobias, de precariedades intelectuales, y se guía en base a eso, autista de lo que pueda proponerle alguien que no sea Gaby, su analista titular -porque, a decir verdad, a la suplente tampoco le da bola-.

Sonia 04 está sacada. Ojos desorbitados, labios torcidos, movimientos enérgicos, comienza a limpiar el departamento. Yo intento ayudarla, más para que no lo haga sola que porque me preocupe que mi familia vea el departamento inmaculado. Sé muy bien que no es el tipo de cosas que mira, mi familia. Y yo tampoco lo haría. Sin embargo, la ayudo. Ella no se anoticia demasiado de que lo hago, y en los pocos momentos en que sí, dice que la deje hacerlo sola.

Me voy a recostar. Me duermo. Pese a lo que podría suponerse, no sueño con lavarropas. Sueño, sí, que estoy lejos, muy lejos.

A eso de las seis suena el timbre. Por el visor veo a mi vieja. Sonia 04 grita:
-Esperá que me falta limpiar esto.
No sé qué es esto. No me importa, la verdad. Tomo las llaves, y bajo abrir. Abajo, descubro que mi vieja trae una planta y mi abuela flores. Mi hermano, mi hermana y mi cuñada miran el hall asombrados de que yo pueda vivir en un sitio semejante.
-Qué lindo -dicen.

Mi abuela le da las flores a Sonia 04. Son dos ramos, uno de parte de ella y otro de mi vieja.
-Feliz cumpleaños -dice.
-Gracias -dice Sonia 04.
Durante el encuentro, mi abuela le dirá en repetidas oportunidades si las flores le gustaron, si en serio le gustaron, y cuando ya las hayamos despedido Sonia 04 me dirá:
-Ya sé a quién salís, cuando me preguntás si me gustó lo que me regalaste.
Y sí.

Es poco, el tiempo en que Sonia 04 está sentada. Se levanta, sale a comprar bebidas aunque nadie las quiere, vuelve, sirve la mesa. Cuando pone la mesa me suena a que pone, monta una escena de la cual yo soy un elemento más del decorado y mi familia el público. La pregunta, entonces, es cuál es el espectáculo. La pregunta, fundamentalmente, es a qué género corresponde: ¿comedia? ¿drama? ¿romántica? ¿terror?

En varias oportunidades, Sonia 04 aclara que en el departamento no se fuma, que nunca vivió en un departamento en el que se fume. Mis hermanos y mi cuñado van al balcón a fumar. Mi vieja, en cambio, se enciende un cigarrillo, sentada como está, y al comprobar que no hay ceniceros utiliza un vaso. Sonia 04 me mira espantada, y yo sonrío francamente.

En un momento, mi vieja comenta que iba a traer a mi perra. Me hubiese gustado, de no ser por la tensión que me hubiera generado el hecho de que Sonia 04 me empezara a romper las pelotas con los pelos que iba a dejar mi labradora, la verdadera luz de mis ojos. De hecho, tengo ganas de tener un perro, de que al menos haya alguien en el departamento que se alegre de verme. No lo digo. No digo nada.

Mis hermanos y mi cuñado se van temprano. Dicen algo de un baile, no entiendo bien.
(cuando todo haya terminado, me enteraré de que se fueron porque no soportaban más a Sonia 04 y sus eléctricos movimientos y sus intrascendentes comentarios).


Entonces, sí, el duelo. Mi abuela y yo asistimos en silencio.
Sonia 04 dice que la gente que fuma le hace daño a los demás.
Mi vieja comenta que en el hospital le pagan una miseria, pero que las demás opciones son peores; dice, con la poca sutileza que la caracteriza, "tampoco voy a dejarme negrear en una prepaga, y encima para hijos de puta que vaya una a saber cómo hicieron el dinero".
Y así.

En un momento, mi abuela me mira y dice:
-Se te ve cansado.
-Estoy muerto -digo.

Apenas mi vieja y mi abuela están en el colectivo, Sonia 04 comienza a criticar a mamá. Yo intento bajar el volumen de su diatriba, le resto importancia a los dichos de mi vieja aunque en cierto sentido lo que me incomoda es toda la situación.

Pasamos delante de Frávega, sigue cerrado.
-Mañana vengo, ¿me acompañás?
-Sí, mi amor.

Y me pregunto cuándo tendré veinticuatro horas seguidas de tranquilidad.