miércoles, 2 de mayo de 2007

Sonia 04: No arruines las cosas

Sábado 27 de enero de 2007.

Sonia 04 tarda en despertarse. No tenemos internet, por lo que redescubro las delicias de jugar al solitario y al buscaminas. En este último, mi primer intento es glorioso y luego nunca consigo igualar la marca. Feo. Cuando me aburro -lo cual, por cierto, no es mucho tiempo- termino de ordenar los libros en la biblioteca. Me gustaría ponerme a limpiar el depto, pero Sonia 04 ha impuesto tantas reglas que no sólo las olvidé sino que no sé si deseo recordarlas: hay un trapo de piso para la cocina, otro para los baños y otro para los ambientes (cada uno de un color distinto, aunque no sé qué color responde a cada cual); hay un escobillón para cada clase de ambiente; etc; etc.

-Pipu...
Voy al dormitorio, desayuno en mano, con ciertas esperanzas. No lo hacemos.

Comienza el operativo lavarropas. La madre de Sonia 04 dijo que el modelo de Whirlpool que nos gustaba estaba en Coto, así que hacia allí vamos. Coto del Abasto. En el viaje, Sonia 04 me dice que ayer cuando se vio con su amiga la linda y ganadora a la que todo le sale bien y tiene un instituto de belleza, le dijo, esta amiga, que hay una marca que es la mejor en lavarropas. Aparentemente, la amiga linda y ganadora a la que todo le sale bien y tiene un instituto de belleza se equipa, tales sus características, siempre con lo mejor. La marca en cuestión es Ariston. Sonia 04 dice que podríamos fijarnos de comprar un Ariston, en vez del Whirlpool. Yo no digo mucho: los que pagan son sus padres. Llegamos al Abasto, no hay lugar para estacionar, nos metemos en el estacionamiento del supermercado. Subimos: la parte de electrodomésticos está más pelada que Kojak. Cruzamos al shopping. Recorremos Rodó, Garbarino y Frávega. El modelo de Whirlpool no está, los de Ariston salen más caros que esperanza de radical ochentista. Le digo a Sonia 04 que me parece un despropósito que sus viejos compren algo tan caro al pedo.
-Sí, pero mi amiga linda y ganadora a la que todo le sale bien y tiene un instituto de belleza me dijo que es lo mejor de lo mejor.
-Bueno, Sonia 04, quizás nosotros no necesitamos lo mejor de lo mejor, ¿no?
Ella me mira, como si no entendiese.

Luego de la búsqueda vana en el shopping del Abasto -y de pagar por el estacionamiento en el mugroso Coto, porque no compramos nada- encaramos para Boedo. En el Hiper Rodó estaba, el modelo de Whirlpool. Llegamos. Ya no les queda. Hay, sí, varios Ariston tan caros como en el Abasto. Sonia 04 insiste. Dado su tesón, le propongo que llame a su madre para preguntarle si está dispuesta a pagar casi tres lucas por un lavarropas.
-Ella dijo que no nos fijemos en gastos -dice Sonia 04.
-¿Por qué no la llamás para que concretice la definición de "no nos fijemos en gastos"?
Celular mediante, llama. La conversación es breve. Whirlpool.

Vamos a un negocio que está en la misma cuadra del Rodó, sobre Boedo. Tienen el modelo de Whirlpool. Sonia04 me dice qué me parece, le digo que el local no me resulta muy confiable, en cuanto a la garantía. Sonia 04 asiente, dice que tengo razón. ¿Qué alternativa nos queda? Belgrano. Al fin y al cabo, íbamos a ir para comprar las cosas que nos faltaban del departamento, las mismas que Sonia 04 postergó en visitas a supermercados e incluso al barrio del Once.

Vamos a Belgrano.

Frávega, Grupo Marquez y Garbarino. Nada. No tienen el Whirlpool. Nos tratan de convencer, en cada lugar, de que los mejores son los que tienen. Que no son muchos. Aparece un nuevo candidato que comienza a ganar posiciones por el simple hecho que está presente en todos los negocios: Drean. De todas formas, no compramos nada. Iremos a los locales de Caballito, donde todo se definirá.

Caminamos por Cabildo. Según Sonia 04, acá están los locales de adminículos para el hogar más baratos de toda la Capital. De acuerdo a mis conocimientos de sociología, me parece extraño que eso se de en uno de los barrios más pudientes, acomodados, pero antes no dije nada y ahora tampoco, no sea cosa que al final ella tenga razón y yo me tenga que meter las palabras en el culo.
-Es por acá, ya vas a ver que tenía razón -dice Sonia 04.
Caminamos. Pronto me doy cuenta de que Sonia 04 no sabe dónde está ese local. Volvemos sobre nuestros pasos. Volvemos otra vez sobre nuestros pasos, hasta que en un momento Sonia 04 dice:
-No puede ser.
Lo que no puede ser es que ese bazar tan pero tan barato y moderno ya no existe. En su lugar pusieron una especie de bazar chino, atendido por orientales que venden cosas del mismo origen. Es decir, horribles. Encima, ni siquiera baratas.
-No puede ser -dice Sonia 04, y me mira como pidiéndome disculpas.
-Todo bien, a veces pasa -digo.
Pregunto al cajero chino hace cuánto que están: dos años. Es decir que el local que decía Sonia 04 era la piedra filosofal de la felicidad hogareña ya no existe al menos desde hace dos años.
No digo nada.

Propongo que almorcemos, y después retomar la caminata por Belgrano: estoy en ojotas, me duelen los pies. Sonia 04 acepta. Yo propongo la Farola, que tiene la ventaja de, por el tamaño de sus porciones, considerar que sus clientes son cerdos -cosa que, en mi caso, es absolutamente cierta-. Sonia 04 dice que no. Pasamos por varios lugares para comer, Sonia 04 dice no, este tampoco, este menos. Me doy cuenta de que ya tiene un lugar en mente, por lo que es vano intentar ir a otro lado que no sea ése. Vamos a ese lugar, queda a una cuadra de la Farola. No está mal. No está bien, tampoco, pero bueno.
En un momento del almuerzo, le pregunto si insistió tanto con este lugar porque su amiga vive acá a la vuelta. Sonia 04 sonríe.
-No, acá venía siempre con mi ex Hernán, el que no me quería.
Lo primero que pienso es que no puede ser tan pelotuda. Lo segundo que pienso es que no puede ser tan pelotuda. Lo tercero que pienso es que no puede ser tan pelotuda. Supongo que mi cara denota los pensamientos. Sin embargo, me quedo callado.
-¿Qué pasa, Pipu?
-¿Te acordás que Silvina, la terapista de pareja, dijo que traés a colación a tus ex todo el tiempo?
-Ay, Pipu, no arruines las cosas que está todo bien.
Sí, está todo bien.
Ya me cagó el día.

Caminamos por Cabildo. Las cosas que vemos no le gustan.
-Si hubieras visto ese lugar, tenía cosas tan buenas y baratas -dice Sonia 04.
-Bueno, pero ese lugar ya no existe.
-Sí, pero ese lugar...
No respondo.

Sonia 04 quiere comprobar si se mudaron. Caminamos por Cabildo desde Congreso hasta Lacroze, ida y vuelta. Estoy cansado, estoy de mal humor. No tenemos ni cortina en el baño, cada vez que me ducho enchastro todo, y esta infeliz sigue buscando su quimera. Cada cosa, con Sonia 04, es una quimera. Y me cansa.

Por suerte, en una ferretería que conoce -seguro que iba con Hernán, así que no pregunto- damos con un tender para la ropa lavada. Para la cual aún no tenemos lavarropas, claro.

En el camino, damos con una de esas casas que venden artículos de plástico. Propongo que paremos ahí. Sonia 04 no quiere. Insisto. Bajamos. Sonia 04 descubre maravillada que Colombraro es, tal como le decía, barato. Y conseguimos unas cuantas cosas.

Vamos a Caballito. Directo a Frávega. No tienen el Whirlpool. Sonia 04 me pregunta qué hacemos. Le digo que quizás el Drean no esté mal. El vendedor contempla azorado cómo Sonia 04 se pone a abrir y cerrar la puerta del lavarropas Drean durante veinte minutos, interrumpiendo su accionar sólo para decir:
-¿Te parece?
Yo me encojo de hombros. He llegado al punto en el que todo me da lo mismo, con tal de que termine.
¿De que termine qué?, es la pregunta.

Finalmente, compramos el Drean.

Salimos de Frávega. Cuando estaciona el coche cerca del depto, Sonia 04 me pregunta:
-¿Te parece que hicimos bien en comprar ese lavarropas?
Sostenerla con mis espaldas, dijeron Gaby y Silvina.
Mierda.
Mis espaldas no dan más.

Por la noche, salimos a caminar. Sonia 04 se dedica a mirar los carteles de "en venta". Para en las inmobiliarias.
-Más adelante, nos tendríamos que comprar algo por acá, ¿no?
Yo la miro. Aún no terminamos de instalarnos en el departamento, aún no conseguimos estabilizarnos como pareja, y ella ya piensa en la propiedad que compraremos en un futuro.
-Igual -dice, sin que yo le haya respondido-, me gustaría más una casa en un country. Una casa con pileta.

Sonia 04 llama a mi abuela. Mañana viene mi familia a conocer el depto. Ya le dije que le avisé a mi vieja, y que ella le avisaba al resto. Sonia 04 insiste en llamar a mi abuela. Hablan.
Mi abuela, del otro lado, le pregunta cómo van las cosas.
-Bien -dice Sonia 04-. Hay que ver si su nieto me aguanta -lanza un graznido, como cada ocasión en que fuerza su risa.
-Ah, querida -dice mi abuela-. Elemental es muy bueno, y te lo digo más allá de ser su abuela. Elemental es buenísimo, es noble. Lo que te digo es que no abuses de su paciencia. Porque él es muy paciente, pero cuando se cansa, cuando se harta, no hay vuelta atrás.
-¿Y eso cómo lo sabe?
-Sabés la de novias que me llamaron llorando porque él no quería saber más nada de ellas...
En realidad, le aclararé luego a Sonia 04, no fueron tantas. Dos o tres, estimo.
-¿Y eso de tu paciencia es verdad? -pregunta Sonia 04, creyendo que mi abuela exageraba.
-Absolutamente -digo.
Pronto descubrirá que mi abuela no le mentía.

Por la noche, mientras cenamos, me cuenta que habló con su ginecóloga, quien le recetó no sé qué cosa.
-¿Y eso para qué es? -pregunto.
-Hay que tomarlo antes de buscar tener un hijo -dice Sonia 04.
-Mirá vos -digo.
Y tiemblo.

Tiemblo, tiemblo mucho.