miércoles, 11 de abril de 2007

Sonia 04: El día en que conocí a Gaby (2)

Sábado (cont.).

Mientras vamos en el coche hacia Belgrano, Sonia 04 -que maneja- acaricia mi pierna y dice:
-Pipu.
La miro.
-Sos el primero. Tres, sos el primero.
-¿Cómo? Pero no es la primera vez que yo con vos...
-Sin sacarla, sí.
Sonrío, orgulloso.
El día está soleado.

Como muchas profesionales de la psicología -aunque ella, sospecho, no lo es-, Gaby atiende en su casa. Debería decir, en verdad, mansión. En Belgrano, cerca de avenida de los Incas. Para llegar a la puerta hay que subir una extensa escalera con escalones de piedra, rodeados de jardín. Me pregunto cuánto cobrará la sesión, esta mujer.
-Hoy es sábado -dice Sonia 04, emocionada.
-Sí, ¿por?
-Que no trabaja la secretaria. ¡Nos va a abrir ella!
Toca el timbre. Quien abre, sí, es Gaby.

Debe andar por los cincuenta. Muy bien conservador. No es para nada como la imaginé. Casi diría que es atractiva. Bueno, eso no es mucho decir en mi caso: las mujeres me parecen atractivas más allá de sus edades, no soy de los que si se trata de una pendeja con la piel suave ya estoy hecho. Nos saluda con un beso a ambos, y cuando llega mi turno dice:
-Elemental. Qué gusto conocerte. Me hablaron mucho de vos.
Es muy amable, tiene movimientos delicados. Sonia 04, apenas pasa la puerta, dobla hacia su izquierda, hacia un cuarto en el que, supongo, funciona el consultorio de Gaby. Espero a que ella me invite a pasar -soy un tipo educado- y cuando lo hace, sí, entro.
En una de las paredes hay una gran biblioteca. Por cantidad de volúmenes es envidiable. Miro, y a vuelo de pájaro descubro un sospechoso alto porcentaje de clásicos; por lo general, quien tiene muchos clásicos es porque no los leyó. Miro un poco más y descubro algunos ejemplares, de esos de tapa dura que deben tener fotos inmensas en las tapas, que hablan de astros. Hay libros en otros idiomas, también.

Gaby nos pregunta si queremos tomar algo. Sonia 04, rápida, dice un té. Yo paso. Gaby va hasta una mesita que hay junto al diván en que nos sentamos Sonia 04 y yo, y sirve con movimientos delicados. Sesión + té = esto debe costar una fortuna, pienso. Encima, modales delicados.

Gaby se acomoda en su sillón, acomoda su pelo, es coqueta. Me dedica una sonrisa.
-Me hablaron mucho de vos -dice, con la mirada cavada en mí, pero no es de esas miradas incómodas: hay algo en ella que resulta empalagador, envolvente.
-Espero que bien -digo, por decir.
Ella ríe. Demasiado, para la baja calidad de mi chiste. Le pregunta a Sonia 04 cómo está, ella dice que más o menos, que tuvimos una semana muy difícil. Está a punto de continuar, pero Gaby alza la mano en un movimiento veloz y terminante que, durante un segundo, deja toda su dulzura de lado. Vuelve a mirarme, y pregunta:
-¿Qué me podés decir de Sonia 04, Elemental?

A ver, esto no es terapia de pareja. Es la analista de Sonia 04. No sé qué decir y qué no. Miro a Sonia 04, como pidiendo permiso, y ella me hace un gesto con los párpados de que está todo bien. Gaby dice:
-Hablá con total franqueza.
Carraspeo. Hablo con total franqueza, entonces.

Digo que Sonia 04 es muy inestable. Que le cuesta mucho acercarse a mí, entrar en contacto. Que a veces antepone pelotudeces -sí, digo pelotudeces: se supone que me consideran escritor, por lo que puedo permitirme malas palabras sin que digan que soy un maleducado sino alguien que utiliza lenguaje preciso-. Que no se juega del todo en la relación. Que es ambivalente. Que a veces me cansa.
La verdad, no sé todo lo que digo. Me dijeron que sea totalmente franco, y lo soy. Mientras hablo, tomo de la mano a Sonia 04, como si de esa forma lo que digo fuese más suave. De todas formas, en mi defensa debo decir que no expongo todo, que soy bastante general, que no entro en detalles. No digo que hoy me eché tres al hilo, por ejemplo.

Cuando termino, Gaby me mira con aprobación. Asiente. Luego mira a Sonia 04 y dice:
-Me parece que todo lo que dice Elemental es cierto, ¿no?
Miro a Sonia 04, quien, sumisa, asiente. Bastó que Gaby dijese que yo tenía razón para que ella lo aceptara, muda.
-Lo que te pide Elemental es lo que pide cualquier hombre que quiere a una mujer...
Y ahí empieza el discurso de Gaby, el mismo que, lo sé a medida que lo escucho, no olvidaré mientras viva.

-A ver, ustedes pueden terminar su relación hoy, acá, y no pasa nada. No pasa nada, el cosmos ni siquiera se inmutaría. Ustedes pueden terminar su relación hoy acá y Elemental se repondría más o menos rápido, y vos, Sonia 04, más o menos lento. Se repondrían, cada uno retomaría su vida, cada uno podría rehacerla. Lo dicho: el cosmos -mueve las manos y los dedos como si así pudiese abarcarlo, al cosmos- se mantendría armónico. No pasaría nada. Sin embargo, hay un hecho inusual: ustedes se quieren. Porque escucho a Elemental y en sus palabras acerca de vos, Sonia 04, hay mucho amor. Y sé que vos lo querés, Sonia 04, porque me lo has dicho.
Acá su tono comienza a cambiar. Las palabras dejan de estar almibaradas para endurecerse, volverse más ásperas. Su mirada cambia, también. La mirada que le dedica a Sonia 04 a mí me fulminaría, y a ella la hace reclinarse hacia atrás en el diván, sobre los mullidos almohadones.
-Yo lo que veo en Elemental es un hombre que está dispuesto a encarar una relación, a bancarse las consecuencias. ¿Y vos, Sonia 04? ¿Cuántos años tenés?
Hace una pausa. Sonia 04 comprende que fue una pregunta, no retórica, y responde:
-37, casi 38.
-¿Y vos sabés que hay algo que se llama ciclo biológico, Sonia 04? ¿Cuánto tiempo te creés que te queda, si querés formar una familia? ¿Cuántas veces me dijiste que buscabas un hombre, y me hablabas en tu ideal de alguien idéntico a como es Elemental? ¿Cuántas veces me dijiste que ibas los domingos por la tarde a Parque Rivadavia, te sentabas en el césped y te ponías a llorar cuando veías familias, cuando veías parejas? ¿Cuántas veces me dijiste que estabas harta de salir con Gladiola, que te resultaba insoportable? En serio, Sonia 04, ¿vos sabés que hay algo que se llama ciclo biológico?
Sonia 04 asiente con firmeza, orgullosa de conocer algo que le pregunta Gaby.
-¿Entonces por qué te portás como una nena caprichosa? Ya trabajamos mucho, sobre eso, Sonia 04. Y vos sabés muy bien cuál es la consecuencia de ser una nena caprichosa: la soledad. Las nenas caprichosas son fáciles de detectar, en las plazas: están solas en el arenero. Y llegó la hora de que elijas si te va a dominar esa nena caprichosa que te empujó durante tantos años o si vas a comportarte como una mujer de 38 años. Probablemente Elemental sea tu última oportunidad en la vida, para formar una familia.
Sonia 04 llora. Yo no sé qué hacer. No es que el discurso de Gaby me parezca 100% errado, pero me resulta violento que le diga estas cosas a Sonia 04 conmigo presente. La tomo de la mano, presiono levemente como si así pudiese tranquilizarla. Sin embargo, Sonia 04 no necesita de mí. Llora, asiente y mira con sumisión a Gaby.
-No pienso ceder un ápice ante la nena caprichosa, Sonia 04. Vos tenés que elegir: podés quedarte sola, puede pasar perfectamente que tu objetivo no sea formar una pareja o una familia, o te hacés cargo de esto. ¿Estamos?
Y el resto del encuentro -¿sesión?- continúa ese tono.

Al final, Gaby me agradece el haber ido. Me saluda con un beso. Ya no me parece tan dulce como antes. Antes de irme, miro la pared, el título de psicóloga de Gaby. Universidad de Belgrano, dice. Y empiezo a entender.