Sábado (cont.).
Vamos a desayunar al bar de la esquina. Pequeño, con sillones, muy bien puesto. Sonia 04 pregunta cuánto me debe de la mudanza, le digo que nada. Le avisamos al suplente del portero que si traen el sommier o la bilioteca -sí, también compramos una biblioteca, las dos que tenía ya nos quedaban chicas- nos avise. Estoy tenso, no me gusta mucho esto de haber salido del departamento y que puedan traer las cosas y nosotros no estemos. Leo el diario -para peor, Clarín-, pero estoy tenso. En un momento, el suplente del portero me hace una seña. Salgo corriendo. Al llegar a la puerta del edificio, descubro que es la biblioteca. Le digo al muchacho que me ayude a subirla. Subimos en el ascensor, la acomodamos contra una de las paredes. Llega Sonia 04, y comienza a mirar la biblioteca.
-¿Esa es la que compramos? -dice.
-Es la que vos elegiste, mi amor -digo.
Se acerca a la biblioteca. La toca. Tuerce los labios. Suspiro.
-Esto está en mal estado -dice-, no es lo que pedimos.
El cadete la mira, sin entender. Mira el dedo índice de Sonia 04, que apunta a una pequeña mancha que hay en la parte trasera de la biblioteca. Yo le hago una seña al chico de que está todo bien, que ella es una persona con características especiales.
-Hay que llamar a la mueblería -dice Sonia 04-, esto es una estafa.
-Pero mi amor, es una manchita irrelevante, diminuta, ni se ve. Encima va a estar tapada con libros.
Lo más rápido que puedo, saco la billetera y le pago al cadete. Lo acompaño abajo. Cuando subo, Sonia 04 habla por teléfono. La mueblería. Les dice que es una estafa, que la biblioteca está en pésimo estado, que es la de exhibición y eso significa que está usada... Me siento en el sommier que traje de mi departamento. En un momento, Sonia 04 cuelga luego de despedirce. Los labios están muy torcidos.
-Estafadores -dice.
-¿Qué te dijo?
-Que la biblioteca está bien. Que si tiene una mancha vayamos a buscar una pomada para cubrirla.
-¿Te parece ir hasta allá para tapar una manchita que ni se ve ni se va a ver?
-Voy a ir. Ya vas a ver. Voy a ir.
Suena el timbre. Corro. Los del sommier. Por el portero eléctrico -con visor, hasta ese lujo nos damos-, el ayudante del portero me hace señas de que los hace pasar.
-¿El sommier? -pregunta Sonia 04.
-El sommier -digo.
Abro la puerta, y ya lo están sacando del ascensor. Son dos, y uno -que habla con egue en lugar de erre- parece llevar la voz cantante. Le indico dónde queda el dormitorio, Sonia 04 vigila que no dañen las paredes.
-Es nuevo, ¿no? -pregunta-. No es de exhibición.
-Los de exhibición no se entguegan, señoga -dice el muchacho.
Arma el sommier. Saca las patas de su bolsillo. Las enrosca. Sonia 04 frunce el ceño.
-¿Las patas de adelante no eran con rueditas? -pregunta.
-No me dijegon eso.
-A nosotros sí -dice Sonia 04-. Patas delanteras con rueditas.
El muchacho se rasca la cabeza.
-¿Quiegue que me lleve el sommieg?
-No, no es necesario -intervengo-. Pueden traer las patas con rueditas en otro momento, ¿no?
-Sí, clago -suspira el muchacho.
El sommier está armado. Cuando bajo a abrirle al muchacho, le pregunto cuándo podrán traernos las patas correctas.
-Mi señora es muy especial -digo.
El muchacho asiente. Dice que el lunes. Digo que bien.
Llego al departamento. Sonia 04 saca el plástico del colchón. La tomo de atrás, la tiro sobre la cama, le digo algo de estrenarla.
-Pipu...
Se zafa. Acomoda las almohadas. Camina por todo el dormitorio, rodea el sommier, estudia los metrajes.
Yo, agotado, me recuesto en el sommier sin sábanas. Enseguida me quedo dormido.
sábado, 28 de abril de 2007
Sonia 04: El día de la mudanza (2)
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