martes, 27 de marzo de 2007

Sonia 04: Uno también tiene sus problemas

Martes 14 de noviembre de 2006.

Mañana. Voy al trabajo. En algún momento, recibo un msm. ¿Enojado? Respondo: Menos. Respuesta: No te angusties, mi amor. Respuesta: ¿Hoy nos vemos? Respuesta: No, prefiero que no.

Por la tarde, voy al cine con el Preceptor. Hay algo en mi interior que comienza a reproducirse. No puedo ponerle un nombre determinado. Mejor dicho: sí tiene un nombre, angustia, pero no una causa determinada. El Preceptor me ve mal, lo dice, le cuento de Sonia 04. Es la primera vez en que comienzo a hablar de todo. Y cuando digo todo, es todo. Tengo suficiente confianza con el Preceptor, lo quiero y me quiere. A medida que hablo, su rostro se va transformando. Se muerde los labios. Sin embargo, yo no paro de hablar. Le cuento del chat, de Edgardo -sus ojos se abren como platos: ¿para qué mierda te contó algo así?-, del engaño a Rafael -insiste, ¿para qué te contó algo así?-, de la solicitud de que no la llame, del no te extraño, de la dependencia de su analista. Hay un momento en el que estoy por llorar, pero me aguanto: estamos en el patio de comidas del Abasto, no da. Cuando mi relato finaliza, el Preceptor dice:
-Y, es como que ella y vos son muy diferentes, ¿no?
Sutil, la introducción. Él profundiza:
-Digo, vos sos un buen tipo.
Y ahí las sutilezas se terminan.

Vamos al cine. La verdad, no recuerdo qué vimos. No le presté demasiada atención.

Mietras regreso a casa, la angustia va en aumento. Siento miedo: mañana firmo contrato con la editorial. Puede parecer increible o idiota, pero me siento inseguro, como que está por suceder algo malo. Mejor dicho: que algo malo sucederá. Que a mí las cosas siempre me salieron como el culo, que es extraño que cambie la orientación del viento así como así. Algo puede pasar, algo va a pasar.

Llego a casa. Llamo a Sonia 04. El diálogo es breve, hay alguna mención a mi enojo de ayer, a la supuesta visita a Ornella. Le comento que estoy nervioso por la firma del contrato, que temo llegar y me digan que se trata de una confusión.
-Vos sos muy inseguro.
-Sí, ya lo sé. Disculpá.
En un momento, no sé cómo, no sé por qué, le digo que está bien, que vayamos a lo de Ornella. Sonia 04 se pone contenta. El diálogo se extiende muy poco más.

Voy a la cama, pero no puedo dormir. Estoy nervioso, ansioso. La firma del contrato, los desplantes de Sonia 04... No, es la firma del contrato, lo que me tiene así. Son más de las doce de la noche, y no puedo dormir, y necesito hablar con alguien. ¿Con quién? Se supone que estoy en pareja, que tengo a alguien de confianza. Me levanto de la cama. Llamo. Atiende. Exagera la voz de dormida, nadie puede estar tan dormido.
-¿Qué pasa, Pipu?
-Estoy mal.
-Estás mal porque no nos vimos. Vos te ponés mal por esas cosas. Tendrías que buscar otra analista, ahora que dejaste a la otra.
-Estoy mal porque mañana firmo contrato, Sonia 04. Uno también tiene sus problemas.
-¿Y eso por qué te pone mal?
Le explico brevemente. Le digo que sé que la angustia es irracional, pero que ahí está. Le cuento que cada paso que di me costó demasiado, que me siento inseguro. Hablo, hablo.
-Va a salir todo bien -dice.
Me quedo esperando alguna otra palabra o frase. Luego de algunos segundos, dice:
-En serio, tendrías que seguir terapia.
El resto del diálogo no importa. Sólo que yo lloro y que Sonia 04 no tiene la más remota idea acerca de cómo consolarme.