viernes, 9 de marzo de 2007

Sonia 04: Un domingo cansado

Al mediodía, almorzamos. Luego, le propongo a Sonia 04 salir a algún lado. Estoy cansada, dice. Un poco de sexo, y volvemos a dormir. Despertamos pasadas las 18, le propongo a Sonia 04 ir a algún lado. Estoy cansada, dice. No, no está en esos días, lo comprobé rato atrás. ¿Serán los días previos? Intento al menos un poco de sexo, pero sigue cansada. Se queda un rato más en la cama, luego vamos hacia su casa, cenamos en el bar que está al lado de su edificio. Me llama la atención la confianza que tiene con el dueño, un sesentón que, para mí, es gay. Ella nota mi extrañeza, porque enseguida dice:
-Lo que pasa es que todos los días pido comida acá, ya me conocen.
-¿Todos los días?
-Y, para el almuerzo, entre pacientes, es esto o algo de la panadería de enfrente. Y para la noche, sí, es de acá. No sé cocinar, para nada.
Lo que me incomoda no es el dato, sino el orgullo con que lo dice. Como si el no saber cocinar fuese motivo de que sí sabe otras cosas. Como si el no saber cocinar nada -salvo omelette, aclara- fuese motivo de algo. Insisto: no me molesta, yo sí sé cocinar y muy bien, me resulta hasta complementario. Lo que me pregunto, sí, es cuáles serán las virtudes que impulsa el no saber cocinar.