domingo, 18 de marzo de 2007

Sonia 04: La pregunta del millón

Toco el timbre. Sonia 04 atiende, sorprendida. Baja a abrirme, subimos en el ascensor los doce pisos sin decir una sola palabra. Entramos en el comedor/consultorio. Ella me mira como si deseara saber qué hago ahí.
-No quería que termináramos el día así -digo.
Si hacía falta una muestra de buena voluntad de mi parte, acá está. Ella, rígida, dice:
-Estoy preocupada. No nos entendemos, Elemental.
-Yo no sé si es eso u otra cosa -digo, de pie junto a la puerta que da a la cocina; como ella se queda en silencio continúo-. Me parece que tenés miedo de que sea tan frío como Rafael, tan trampa como Edgardo, tan desamorado como Hernán. No, Sonia 04, soy otro. Otro que te quiere, y al que no tiene sentido que le pongas tantas trabas.
Ella me mira. En sus ojos hay un relámpago de dulzura, como si comprendiese lo que acabo de decirle, como si comprendiese lo que acabo de hacer: rendirme en forma absoluta e incondicional.
-Pero no nos entendemos -insiste, y sus rasgos se endurecen.
-¿Por qué? -pregunto.
-No sé por qué no nos entendemos, quizás vos pretendés demasiado de mí.
-¿Demasiado? ¿Hablar por teléfono? ¿Que me des un poco de pelota? ¿Eso es demasiado? ¿A qué estás acostumbrada, a un tipo casado con el que no se puede hablar porque sino se entera la jermu, a un tipo que a la hora de coger se da vuelta porque no quiere hacer el servicio militar? ¿No te das cuenta? -hago una pausa, y siento las lágrimas que comienzan a invadirme-. Igual la pregunta por qué era por otra cosa.
Ella me mira.
-¿Por qué no me querés? ¿Qué es lo que hay en mí que impide que me quieran?
-¿Que te quieran?
-Perdón, que me quieras.

Breve pausa: habló mi inconsciente. Sí, la pregunta es en plural, y no se refería sólo a Sonia 04. Hoy, a la distancia, me doy cuenta de que fue la búsqueda de la respuesta a esa pregunta lo que hizo que soportara cinco meses con Sonia 04. Retomemos.

Sus ojos se llenaron de ternura. Me abrazó. Por un instante, sentí que estaba todo bien. Me acarició la cara, secó mis lágrimas. Sentí que estaba todo bien.

No sospechaba lo que iba a suceder al día siguiente.