sábado, 31 de marzo de 2007

Sonia 04: Jaqueca

Miércoles.

Por la tarde, cuando hablo con Sonia 04, me dice que le duele mucho la cabeza. Cuánto es mucho, pregunto. Mucho, ni escucho a los pacientes, dice. Le pregunto si tiene Ibupirac, me dice que tomó aspirina. Eso no sirve para mucho, le digo, tomate Migral o Ibupirac. Ella prefiere la aspirina. ¿Por qué no llamás a los pacientes?, digo, al fin y al cabo me decís que ni los podés escuchar, que es una sesión al pedo.
-Necesito la plata -dice ella.

Cuando llego a su departamento, ella abre y va directo a la cama. El cuarto está en penumbras. Entro, y ella está recostada. Soy una persona desordenada, más bien diría que me cuesta horrores tomarme tiempo para limpiar mi depto, pero jamás vi algo como el dormitorio de Sonia 04. Hay ropa tirada en el piso en cantidades que recuerdan las pilas de prendas en los lavaderos chinos, y platos, y vasos. La cama está desordenada, y ella encima, vestida. Se toma la cabeza.
-Pipu... -gime.
Me recuesto junto a ella.
-¿Tomaste el Ibupirac o el Migral?
-No, aspirina -dice.
-Te dije que... -comienzo, pero me freno: a esta altura, no tiene sentido.
-Pipu -vuelve a gemir.
Hago lo único que está a mi alcance. Le beso la frente, luego los párpados, luego las mejillas. Le acaricio el rostro. La beso con suavidad, una vez tras otra, y mientras lo hago deseo que parte de su dolor se traslade a mi cuerpo. Ella deja de quejarse por el dolor. En un momento, pasa una mano por mi espalda. Sigo besándola, así, despacio, hasta que se queda dormida.

Luego, voy a la cocina. Me preparo un sandwich. De regreso al dormitorio, antes de dormirme, continúo besándola como si sus dolores continuaran en los sueños.