La cama, en especial con los cuerpos desnudos, resulta espacio propicio para confesiones, para sinceridad. Por ejemplo, cuando nos separamos, cuando salgo de encima de ella y ella se enjuaga las lágrimas (por algún motivo que desconozco, cuando llega al orgasmo llora, me dice pará pará que me voy a morir, y dice que soy el primero con el que le pasa eso), le digo:
-Te quiero, aunque vos sólo me tengas afecto.
-Nene, era sólo una dedicatoria.
-Es la dedicatoria de lo primero que me regalaste.
O, por ejemplo, poco más tarde, cuando ambos estamos por quedarnos dormidos, ella dice:
-Elemental, tengo que confesarte algo.
Me quedo en silencio. Hasta ahora me contó que le metió los cuernos a una pareja, que salió dos años con un tipo casado. Si lo que no me dijo era más grave que eso... Siento un leve escozor en la espalda. Recuerdo sus "no me lo merezco" ante mis muestras de afecto.
-Te mentí en la edad. No tengo 36.
La miro. En la penumbra, la luz de la luna dibuja más arrugas que las que desearía encontrar. Por un instante me imagino que la cifra será exhorbitante, propia de la hiperinflación de fines de los ochenta. Y encima ya estoy enamorado.
-¿Y cuántos tenés?
-37.
-¿Y para qué mentiste por un año de diferencia? No creo que cambie nada.
-No sé, me había anotado en la página de internet medio para joder, y por eso puse una fecha falsa hasta de cumpleaños.
-¿Y cuándo cumplís años?
-El 23 de enero.
Estamos a septiembre, por lo que su confesión de "tengo 37" indica que tiene casi 38. Y casi 38 son muy similares a casi 40...
-¿Te jode?
-Cómo me va a joder, tonta. Te quiero. Aunque vos sólo me tengas afecto.
miércoles, 7 de marzo de 2007
Sonia 04: En el confesionario
Etiquetas: Sonia 04