jueves, 8 de marzo de 2007

Sonia 04: Mi mamá me ama

Sábado al mediodía. Ya terminó la clase de taller, la alumna que quiere escribir el Harry Potter argentino se marcha, contenta, y cuando subo atiendo el teléfono. ¿Sonia 04? No. Mamá. Me pregunta cómo ando, si mañana iré a almorzar. Pienso: hoy voy a cenar con Sonia 04 a la Casa del Queso, es probable que luego vengamos para acá y ya pasemos derecho viejo a todo un domingo juntos. Digo que no iré a almorzar, entonces. Mamá hace un breve silencio, y luego pregunta:
-¿En qué andás? ¿Conociste a alguien?
Su tono es el de aquellos que han rezado mucho tiempo y finalmente se les cumple el ruego.
-Sí.
Apenas una palabra, y desde el otro lado de la línea se desata una catarata de preguntas. Profesión, nombre, cómo la conociste, edad... La primera respuesta ya genera un breve enfriamento en la voz de mamá:
-Psicóloga -digo.
-¿Psicoanalista?
-No, psicóloga.
-Ah -y prefiere no profundizar: siente piedad, supongo.
La segunda y tercera pregunta son fáciles. La última, en cambio. Edad. Encima, ayer Sonia 04 me confesó que no era la que me había dicho. A mí el tema me tiene sin cuidado, pero sé que para mamá una novia del hijo mayor significa dos cosas: a) felicidad para el hijo y, mucho más importante, b) convertirse finalmente en abuela. Si le digo la verdad, no le va a gustar: desde su punto de vista, Sonia 04 pasaría a convertirse en "madre añosa", un peligro para todos sus sueños. Conozco bien a mamá. Sé cuándo decirle la verdad y cuándo no.
-35 -digo.
-Ah -pausa-. Al menos va a querer tener hijos rápido, ¿no?
-Todavía no hace un mes que estoy saliendo, mamá.
-Vas a ver, va a querer hijos rápido.
Dice eso, ignorando que, en su cálculo aritmético edad igualmente proporcional a la velocidad en que se tendrán hijos, debería utilizar el 37 (casi 38).
Y, como todos sabemos, la mentira tiene patas cortas.