viernes, 16 de marzo de 2007

Sonia 04: Deconstructing Sonia 04

Sábado.

Por la mañana, al despertar, Sonia 04 me besa. Tiene ganas. No soy de los que desaprovechan oportunidades, y el amigo lo sabe y reacciona ante el más mínimo ofrecimiento. Es el mejor polvo desde que nos conocimos. Sus pies sobre mis hombros maximizan, diría un economista.
Luego, me olvido de lo que pasó ayer. Dicen que los hombres somos dominados por la cabeza de la entrepierna. Es la pura verdad.

Nos despedimos con un beso, poco antes de que llegue mi alumna que desea escribir el Harry Potter argentino.
-Vas a ver que todo va a salir bien -dice ella.
-Por supuesto, mi amor -digo.
En algún momento me transformé en un pusilánime, ¿alguien me puede decir cuándo?

Tarde.
Luego del taller, café con amigos. Luego del café, regreso con la Trotamundos en subte. Me pregunta cómo van las cosas con Sonia 04. Hasta el momento, en público siempre he dicho que todo va de las mil maravillas. No puedo decirle eso a la Trotamundos, que es una de las amigas más racionales y honestas que tengo. Le cuento brevemente, pienso que lo del yo no te extrañé la hará poner el grito en el cielo. Sin embargo, no. Dice, en medio de los movimientos del vagón:
-Bueno, la chica es sincera. Al menos sabés que no te va a mentir.
Estoy a punto de contarle acerca del prontuario amoroso de Sonia 04, pero prefiero callar.
-Ahora -agrega la Trotamundos-, eso de que no te comprase regalo porque no tuvo tiempo... Que se ponga el overoll, Elementalete, que labure. Vos te merecés alguien que te quiera bien.

Me despido de la Trotamundos en la puerta de su edificio. Luego, camino hasta casa. En el camino, me digo:
Yo tengo la culpa, porque soy demasiado sensible.
Yo exijo demasiado.
Yo soy el problema.
Y luego, como si se tratase de una consecuencia lógica:
Qué suerte que tengo de que Sonia 04 es tan comprensiva.

Sonia 04 pasa por casa. Hoy tuvo gimnasio, manicura y cosmiatra. A poco de entrar, me pregunto si finalmente habrá comprado el regalo de mesario. Sí, sus ojos brillan. Primero me da un paquete. Lo abro. Un buzo, de esos tipo rústicos.
-Esa casa me encanta -dice Sonia 04-. A todo el mundo le compro ropa ahí.
¿Por qué cada vez que hace algo bueno, al mismo tiempo lo arruina con su bocota? La beso, le digo gracias. Ella dice esperá. Hay otro paquete. Lo abro. Todo Boogie, de Fontanarrosa. Esto sí es un regalo que me gusta.
-Son dos regalos por el atraso -dice Sonia 04.
Y luego, un sobre. Una carta. No sé si decir de amor, pero bueno, una carta. A veces me pasa que no puedo dejar al profesor de taller de lado, y veo los errores... Leo, leo las miles de piruetas semánticas que da para no decir nada en firme, hasta que llego al final, a ese te quiero que me llena los ojos de lágrimas. Pero esta vez no lloro.

Vamos al cine. Vemos la película de Trapero. Horrible, aburridísima. Salimos. Vamos a tomar algo. Mientras hablamos, surge el tema de la soledad, de lo solos que estábamos antes de conocernos.
-Yo le decía a Gaby, mi analista -dice Sonia 04-, que no conocía a nadie. Por eso me anotaba en todos esos cursos, pero nada. Y siempre me quejaba de que no conocía a nadie.
-¿Y ella qué te decía?
-Que yo tenía unos cuantos pacientes hombres.
-¿Pero eso no está mal? -me atraganto.
-Sí, yo pensaba eso. Pero ella me dijo que nada que incluya el amor puede estar mal.
-Una inyección de vida -digo.
-¿Viste?
Nada que incluya el amor puede estar mal. Ni siquiera lo que esté fuera de la ética.
Se ve que estas chicas no vieron Episodio III, y las razones por las que Anakin se convierte en Darth Vader, y entra al lado oscuro. Sí, por amor.