martes, 20 de febrero de 2007

Sonia 04: Diferencias

¿Cuál es la diferencia entre virtud y defecto?
Tiempo. Con el paso del tiempo, lo más hermoso nos puede resultar angustiante, y lo desagradable insípido.
Me contacté con Sonia 04 por la página de, justamente, contactos. Su nick era Milena Katz, y supuse que profesaría el sionismo. Nada más lejano. Se había bautizado de esa forma por la directora de cine, aparentemente, en esos primeros mensajes, Sonia 04 sabía de cine (aunque, lamentablemente, dejaba traslucir esa estupidez que reza "me gusta más el cine europeo que el norteamericano", como si la geografía fuese una nueva disposición de géneros), era psicóloga (no psicoanalista, aclaró, lo cual era una ventaja en relación a Sonia 03), le gustaba bailar tango (mi mayor mentira en esos mensajes fue que a mí también me interesaba aprenderlo, cuando en realidad es una práctica que no me va ni me viene, salvo cuando lo bailan mi hermana y mi cuñado, que son profesionales). Chateamos, y no quise dilatar los mensajes y la virtualidad para que no se expandiera lo que, quizás, estaba condenado a muerte de antemano.
Hoy sé que todo estaba condenado a muerte de antemano, pero no entonces. Los hechos no transcurren con lógica, sino que se la asignamos una vez que han acontecido. Y, entonces, no había lógica. La invité a salir derecho viejo, medio que se sorprendió.
"Ni siquiera viste una foto mía", dijo.
"No importa, estoy seguro de que la pasaré bien", mentí por partida triple: lo estético me importaba, no tenía la más remota idea de cómo sería la cita y en el fondo estaba más interesado en olvidar el mal trago con Sonia 03 que otra cosa.
"¿A vos te parece que tengo que verte?", preguntó por chat.
"¿Querés que yo te diga lo que tenés que hacer?", respondí.
"Sos inteligente", dijo.
Y aceptó. Eso fue un martes. Nos íbamos a encontrar un sábado. En el medio, le mandé uno de mis cuentos, que acababa de terminar para una antología de barrios porteños. Me mandó un mail diciéndome que el cuento había sido "delicioso".
Y el sábado nos encontramos, claro.