lunes, 2 de julio de 2007

Sonia 08: Los preparativos

Jueves 31 de mayo (cont.).

Ok, parece que hoy voy a ver a Sonia 08. Ok, parece que hoy, por lo menos, algún beso robo. Qué momento.
En la oficina, estoy nervioso. Miro el monitor, chequeo cada tanto los mails para saber si Sonia 08 no se echó para atrás. Todo puede pasar. Especialmente lo malo.

Recibo un mail. No de Sonia 08, por suerte. La Bella Poetisa. Cumple años. Festeja con un té con amigos y amigas, a la tarde. Mierda. ¿A quién se le ocurre festejar su cumpleaños un día de semana, por más que el cumpleaños haya caído en día de semana? Bueno, a la Niña Bonita también se le ocurrió, y fui. Claro que hoy hay otras prioridades. ¿Soy un miserable? Tengo un sancor acumulado de meses, y está comprobado científicamente -espero, es lo único que me justifica- que la acumulación seminal en el escroto genera que el hombre modifique su orden de prioridades. No puedo arriesgarme a ir al cumpleaños de la Bella Poetisa, que se alargue... Además, supongamos que con Sonia 08, en efecto, dá para ir a coger a mi casa. Mi casa es una inmundicia. Estamos a jueves y Esther vino a limpiar recién el sábado al mediodía, lo que implica que, por ejemplo, todos los platos que utilicé desde entonces se acumulan, sucios, en la pileta de la cocina. Imagino el rostro angelical de Sonia 08 que entra al depto y ve las moscas revoloteando. A mí no me molestan, claro, soy de los que creen que la higiene es una forma de respetar a los demás. O sea: soy limpio, siempre y cuando haya un cruce con otro ser humano. Y hoy lo habrá. Mierda. ¿Por qué la Bella Poetisa tiene que cumplir años justamente hoy?
Me da vergüenza hasta llamarla por teléfono.
Utilizo el método ideal de los cobardes: mail. Le deseo un feliz cumpleaños y blablabla, le digo que tengo una reunión familiar impostergable, que lamentablemente no voy a poder ir. Le deseo, una vez más, que la pase muy bien.
Cuando envío el mail, me siento de lo más miserable. Pero, intento consolarme, peores cosas se han hecho con el único fin de coger.

Llego a casa. Me pongo a limpiar.
Limpiar es, para un hombre -o por lo menos para el hombre que esto escribe-, una tarea misteriosa. Hago todo lo que hace Esther, pero sin embargo todo continúa sucio. Mierda. Me esmero, y de a poco la roña va cediendo terreno, piadosa de mi ansiedad sexual.

Cábalas. Todas. Hago el baño de inmersión a eso de la siete de la tarde, me relajo mientras escucho Norah Jones y fantaseo con lo que podría hacer con Sonia 08. Me baño dos veces seguidas, una detrás de la otra. Me lavo los dientes dos veces seguidas, una detrás de la otra. Utilizo ropa absolutamente limpia, aún en la bolsa del lavadero de los chinos. Todas las cábalas han sido cumplimentadas. Nunca funcionaron, o casi. Espero que hoy sí.

Llego a Crónico. Me siento.
Mensaje de texto.
Sonia 08.
"Estoy yendo para allá, ¿ansioso?".
Sí, sí, sí.
"Sí", respondo.
Espero. Miro a los demás parroquianos. Soy el único que está solo. ¿Cuánta de la gente que está acá habrá venido con el único objetivo de coger?
De repente, la puerta del bar se abre.
Una mancha rosa, eso es lo que veo.
Sólo puede ser Sonia 08.
Ha llegado.