Luego del almuerzo, regresamos al Hilton. En el trayecto, Sonia 00 no se me separa. Me habla de lo mucho que le gusta el cine, me pregunta por mis gustos. Omito la mayoría de lo que me gusta, no deseo pasar por pedante. De hecho, la mayoría de lo que me gusta en cine no me haría pasar por culto sino, en verdad, como obsesivo por lo que suele considerarse basura. Pero bueno, no viene al caso así que lo omito.
Entramos en el hotel. Cuando llego al stand, Manotas tiene gesto preocupado.
-¿Qué pasa? -pregunto.
-Nada, que se dieron cuenta de que se llevaron todas las revistas que nadie tenía que tocar. Nos van a cagar a pedos.
-Que me chupen un huevo -digo.
Me siento junto a Manotas. Luego de unos segundos, descubro que me mira fijo.
-¿Pasa algo? -pregunto.
-Te hace bien -dice.
-¿Qué cosa?
-Charlar con una mina te hace bien.
Lo miro sin entender.
-Lo de las revistas y la cagada a pedos es una pelotudez -dice Manotas-, pero a mí me preocupaba que te ibas a hacer mala sangre. Vos siempre te hacés mala sangre por estas pelotudeces. Y hoy no. ¿Y qué cambió, entre los otros días y hoy? Que estuviste charlando con una mina. Te hace bien, loco.
Poco después, cuando ya hizo entrar a la gente -mucha menos que a la mañana; suele pasar: van a almorzar y no regresan, o ya vinieron y consiguieron lo que buscaban (minas, tipos, negocios, contactos) y no tienen motivo para retornar-, Sonia 00 se acerca a Manotas y a mí. Manotas me codea.
La charla transita los mismos temas que a la mañana. Que el trabajo es una mierda. Que este seminario es una poronga. Que los que vienen a este seminario son patéticos. Que Sonia 00 cortó con su novio porque era "muy pendejo" y que le gustaría alguien más grande que ella... Me atraganto. Yo soy más grande que ella. Tanto, que varios me tildarían de viejo verde al sacar la relación Él-34-Ella-25. ¿Cuánto es más grande que ella? ¿A cuánto se refiere? ¿Un par de años? ¿Un quinquenio peronista? ¿Una década? ¿Quiere salir, como tantas, con un tipo de la edad de Salinger? No digo nada. Sonia 00 continúa diciendo que con su novio estaba todo mal. Ni Manotas ni yo preguntamos nada, ella sacó, solita, el tema. Manotas, a esta altura, no para de codearme. En un momento se pone de pie y dice que va al baño. Se aleja unos pasos y, cuando Sonia 00 aprovecha la silla libre para sentarse junto a mí (lo sé, le tendría que haber cedido el asiento, pero ya dije que soy un pelotudo) y le da la espalda, Manotas me hace señas de que le meta para adelante y me guiña el ojo.
Sin embargo, la charla se empantana. Seré claro: no creo poseer nada atractivo. Digo, salvo mi literatura, salvo el hecho de que escribo. Y sé que escribo como el culo, que a los que entienden de literatura lo que escribo les resulta vomitivo, mi cuento tuvo buena repercusión pero entre el público general, digamos no formado, pero la verdad que no sirvo para nada. Pero bueno, dentro de esa nada, lo que escribo me enorgullece, es el único motivo por el que, creo, una mujer podría fijarse en mí. Claro que, para que eso suceda, primero debería saber que escribo. Y Sonia 00 no lo sabe. Y yo no puedo sacar el tema a colación sin que surja con naturalidad. Digo, no podemos estar hablando de que su novio era un inmaduro y yo decir sabés que el año pasado me publicaron un cuento que anduvo muy bien y además antes me habían premiado una novela, no, eso quedaría definitivamente mal, quedaría como un soberbio, que lo soy, pero no conviene que sea lo primero que se descubre.
Entonces: ella habla de su novio, de los múltiples defectos de su novio, de lo bien que hizo en dejarlo, de su deseo de dar con un hombre -mentira, dice con "UN HOMBRE" en mayúsculas, hay mujeres que esperan UN HOMBRE en vez de un hombre, evidentemente Sonia 00 espera eso, y yo soy pura minúscula, en mi vida-... Y yo asiento. Meto algún que otro bocado de corte humorístico, suaves ironías, ella se ríe mucho, abre su boca de petera, no, no tengo que pensar en que tiene boca de petera, voy a quedar como un pajero, no tengo que pensar que en esa boca entraría tanto la pija como los huevos, no, tampoco en que aparenta tanta fortaleza que debe ser una aspiradora ultracomb, no, no tengo que pensar en eso, tengo que dar cuenta de mi ingenio, de mi ingeniosa capacidad de autocrítica, de crítica en general, de tipo que recorrió el mundo y tiene con qué opinar de todo, una especie de Enrique Pinti heterosexual, eso es lo que soy, mierda, nunca una mina así me va a dar bola, y mucho menos esta con esa boca de petera, mierda, no tengo que pensar en eso, si al menos surgiera el tema literatura, si al menos entrásemos en territorio conocido, cuándo, cuándo mierda todo lo demás dejó de ser territorio conocido, cuándo dejé de ser un tipo atractivo, un tipo que hizo menage a trois, que se cogía minas en los baños de las fiestas, qué pasó, qué hago acá, en este trabajo de mierda, con esta perra petera, preguntándome si tendrá la delicadeza de preguntarme sobre el único tema que no me hace sentir patético.
Por suerte, Manotas regresa del baño. Lo primero que le dice a Sonia 00 es:
-¿Sabías que Elemental escribe muy bien? Lo metieron en un libro donde están las promesas literarias del país. Le premiaron una novela, también.
Si en este salón hubiese un bloque de mármol, juro que en este instante me pondría a tallar el monumento para Manotas.
-¿¿¿¿¿¿¿¿En serio???????? -pregunta Sonia 00.
-Bueno -digo, con falsa modestia-, tampoco es para tanto.
-¡Escritor! ¡Qué bueno! ¡No sabés lo que admiro a quienes pueden escribir!
-Todo el mundo, puede escribir. La cosa es que apoyen el culo en la silla.
-No, no. Hay que tener una sensibilidad especial.
-Bueno, no sé si tanto como especial...
-Elemental enseña a escribir -interviene Manotas-, da talleres literarios.
-¿¿¿¿¿¿¿¿¿En serio??????
-Bueno, trato de que los alumnos sepan lo que no saben que saben. No le enseño nada, tan sólo los hago tomar conciencia de todo lo que leyeron, de lo que aprendieron de esas lecturas.
-Yo quiero hacer un taller literario -dice Sonia 00.
-Podrías hacerlo con él -dice Manotas.
-¿Te parece que me podrás enseñar?
Podría enseñarte cosas que te darían vuelta como una media, pienso. Digo:
-Bueno, somos compañeros de laburo, no sé si podría...
-Por favor...
-¿Por favor?
-Porfi...
-Bueno, dejámelo pensar.
La jornada termina. Mientras regreso a casa, pienso en Sonia 00. Ya no sólo en su boca de petera. Pienso en toda Sonia 00. Cortó con el novio, me digo. Se acercó con interés, me digo. Admira a quienes escriben, me digo.
Entonces me digo, me pregunto:
¿Y si le doy una oportunidad al amor para entrar en mi vida de mierda?