sábado, 5 de mayo de 2007

Sonia 04: Point Break

Lunes 5 de febrero de 2007.

El día transcurre sin grandes sobresaltos. Sonia 04 me llama un par de veces, yo otro tanto. Tanteamos.

Cuando llego al departamento, me llaman de Telefónica. Quieren confirmar si mañana pasan a instalar Speedy, digo que sí, arreglo el horario.

Paso a buscar a Sonia 04 por el consultorio. Tenemos sesión/encuentro con Silvina. Ambos nos dirigimos con miedo. Uno de los efectos positivos de la terapia de pareja, una vez que se institucionaliza en los rituales de ir una vez a la semana, es que no se puede esquivar el bulto. Uno va, y no tiene mucha alternativa de mirar para otro lado. Caminamos por Doblas en silencio pero tomados de la mano. Hoy no llevo ningún escrito, Sonia 04 -espero- tampoco.

Silvina nos pregunta por la semana. Sonia 04 se pone a llorar. Yo me mantengo inmóvil. Sonia 04 dice que lo que descubrió es que nos hacemos mucho daño el uno al otro. Yo, callado. Sonia 04 dice que eso le da miedo, que la relación saca lo peor de ella y lo peor mío. Yo, callado. En un momento, Silvina me mira, pregunta qué pienso de lo que dijo Sonia 04. Carraspeo.
-Bueno, no sé bien cómo decirlo. Me siento cansado. El cuerpo no me da más. Me despierto cansado.
Silvina asiente. Dice que eso es por todo lo que está pasando. Dice que Sonia 04 y yo hemos pasado a conectarnos a través de lo malo, que empecemos a rescatar lo bueno. El problema, y no lo digo, es que no recuerdo bien qué es lo bueno. El problema, lo sé, es que soporté demasiado y, como dice mi abuela, cuando me harto no hay vuelta atrás. Sin embargo, y no lo digo, trato de no decir nada que quiebre la tensa armonía, a esta altura no encuentro en Sonia 04 ningún elemento que me resulte atractivo. Lo único que me frena, que me paraliza, es el hecho de que me mudé con ella, de que hay demasiadas personas en juego, además de nosotros. Sus viejos, le dije el otro día y lo reitero ahora, que hasta compraron el lavarropas. Mi familia, los amigos, todos los que creyeron que podíamos estar bien. Por ellos, dije y digo, estoy dispuesto a hacer el esfuerzo.
-Es que el resto no importa -dice Silvina, y dice lo mismo que dijo Sonia 04 cuando se lo comenté antes-. Ustedes tienen que reencontrarse entre ustedes, ver cómo salen de este atolladero, resolver los problemas.
El encuentro es breve. Cuando termina, Sonia 04 le dice a Silvina que quiere pagarle más, porque la semana pasada estuvimos como dos horas, con toda la discusión por la lectura de lo de Gaby y sus sanata. Silvina le responde:
-Gracias, Sonia 04, pero mis honorarios los fijo yo. Me quedé de más porque la situación lo requería.
Quizás no le importe tanto el dinero, pienso.

Regresamos a casa de la mano. Al salir no nos abrazamos, ni nos besamos. Caminamos de la mano, hablamos poco. Paramos en el supermercado, compro algunas cosas que hacen falta para la cena. Sin embargo, cuando llegamos no me pongo a cocinar. Vamos al sommier del comedor, nos sentamos. Ambos estamos angustiados, las cosas se fueron a la mierda y lo sabemos. Sonia 04 dice que podemos intentarlo, yo digo que será muy difícil pero que estoy dispuesto. Ella me pregunta qué es lo difícil.
-Que la mayoría de las cosas que te dije las pienso, Sonia 04. Cuando te llamé canalla, o monstruo, no me acuerdo, me refería a que no sentís culpa por todas las ocasiones en que le hiciste daño a otras persona. Y eso me preocupa, eso me hace temer que me hagas daño a mí. Digo, más daño. Y la culpa no te la puedo inventar: si no está, no está.
-El tuyo es un pensamiento muy católico.
-Todo lo contrario, Sonia 04. Te diría que es psicoanalítico. La ausencia de culpa es la perversión.
Ella me mira, ojos torcidos.
-Entonces mejor cortemos -dice.
Se levanta, va al dormitorio. Escucho que abre las puertas del placard.
-Me voy a dormir al consultorio -dice.
Me paso las manos por el rostro. No, no hay salida. Simplemente, no la hay.
Escucho que Sonia 04 va al baño, abre la ducha, cierra la puerta.
La angustia comienza a invadirme. No quiero llorar. O, mejor dicho, no quiero llorar y que cuando la angustia amaine suponga que está todo bien. Éste es el momento, ésta es la verdad de la relación. Ésta es Sonia 04, éste soy yo.

Hay una película extraordinaria que se llama "Point Break", con Patrick Swayze y Keanu Reeves. La directora, Kathryn Bigelow, no volvió a hacer películas extraordinarias. Una pena.
"Point Break" cuenta la historia de un grupo de surfistas que, para sostener su hobby, roban bancos con caretas de ex presidentes. Medio hippones, medio delincuentes, los surfistas tienen algo así como una filosofía de vida: lo que importa es surfear, enfrentarse a las olas. El líder de la banda, Patrick Swayze, en un momento le explica al policía infiltrado, Keanu Reeves:
-¿Por qué me gusta surfear? Porque me enfrento a algo inmenso. Porque me meto con la tabla en el mar, y veo las olas en sentido contrario, y me meto igual. Y hay un momento, que es el más maravilloso de todos, en que comienzo a subirme en la tabla, y sé que dependo tanto de mí como de esa tabla como de poder adaptarme a ese mar indomable. Ese punto es un punto sin retorno, de ahí no hay vuelta atrás.
Todos tenemos en nuestra vida puntos sin retorno. De hecho, tenemos identificadas acciones que, de efectuarlas, constituyen puntos sin retorno. Yo sé de uno. Ese uno es, en verdad, una persona. Si hablo con ella, en quien confío, en quien sé que me quiere, en quien sé que me desea lo mejor, sé que quizás la respuesta no será lo que deseo, pero sé, también, que por lo general será una respuesta racional. Y sé, por su forma de ser, por todos los años en que nos conocemos, que si yo confieso a algo y le expongo una posible solución, ella -si concuerda con esa solución- cuando pase el tiempo y trate de inventarme fantasías para tapar eso que vi con nitidez, me lo recordará. Y a veces no del mejor modo. Esa persona, aunque suene infantil, es mi vieja.
Mientras Sonia 04 se baña, antes de partir hacia su consultorio, me digo que no quiero permitir que ella mañana vuelva y llore y me diga perdoname lo voy a intentar, y me digo que no quiero permitirme creerle, mañana.
Levanto el tubo del teléfono. Marco los números. Suena tres, cuatro veces. Son las diez y media de la noche, quizás se durmió temprano. Atiende. Pregunta qué me pasa.
-¿Podemos vernos?
-Por supuesto, Elemental. Sabés que siempre contás conmigo.
Cuelgo.

Voy hasta el baño. Sonia 04 se asoma, me pregunta qué me pasa.
-Voy a salir. Voy a ver a mi vieja.
Ella tuerce los labios.

La paso a buscar. Toco el timbre. Ella baja. Vamos al Plaza del Carmen de Scalabrini Ortiz y Santa Fe. Una vez ubicados, me pregunta qué me pasa.
-Pasa que estoy mal -digo, con los ojos llenos de lágrimas contenidas, que se mantendrán así todo el diálogo.
-¿Qué pasó?
-Las cosas con Sonia 04 no van.
-¿Cómo, no van?
-No van. No van más. No vamos a vivir más juntos.
Me toma de la mano, como para que si quiero llorar, llore. Pese a su intento moriacasanesco, me contengo.
-¿Pero estás seguro?
-Sí, estoy seguro. Te juro que es como vivir una pesadilla. Me esfuerzo, y las cosas no salen...
-¿Pero estás seguro de que las cosas no van, que ya no van a vivir juntos?
-Sí, es un hecho.
Mi vieja asiente.
-Bueno, entonces puedo hablar -dice.

Dice que Sonia 04 no es para mí, claro. Dice que la visita familiar al departamento fue dantesca, que pensó que Sonia 04 estaba loca, al verla cómo se levantaba y sentaba, levantaba y sentaba, levantaba y sentaba. Que evidentemente es una maniática, y que eso me debe hacer sufrir mucho.
-Pero yo también cometo mis errores -le digo-. Siento celos, muchos. Es la primera vez que me pasa.
-Pero Elemental, por favor, ¿cómo vas a sentir celos?
-No entiendo.
-Digo, ¿cómo vas a sentir celos de una chica tan horrible?

Me entero, a lo largo del diálogo, que en mi familia le pusieron un apodo: el pajarraco.
Mi cuñado, quien Sonia 04 creía haber comprado con sus comentarios de tango, decía en las conversaciones familiares: pobre Elemental, él es lindo pero se cree menos de lo que es, por eso sale con el pajarraco.
Mi abuela, quien Sonia 04 creía haber comprado con sus modales, decía en las conversaciones familiares: pobre Elemental, se está cagando la vida, al salir con esa vieja loca. Traduzco: para mi abuela, "vieja" refiere al hecho de que Sonia 04 tiene 38 años y yo 35. "Loca", bueno, todos sabemos a qué refiere.

-No sé -digo-, quizás estoy celoso porque me habla mucho de sus ex parejas.
-¡Y te creo que te habla de tus ex parejas! ¡Si a mí, que soy la suegra, me habló de sus ex parejas! Yo el otro día pensaba justamente eso, que a vos te debía volver loco con comentarios de ese tipo. ¿Sabés por qué creo que lo hace?
-Histeria.
-Aparte de la histeria. Para mí que lo hace porque se sabe tan fea que necesita recalcar que tuvo amoríos, para que la gente crea que ella es plausible de ser querida o deseada. Porque ella sabe que no lo es, ¿me entendés?
La entiendo, claro.

-¿Y cuál es el problema? -pregunta mi vieja en un momento-. Parecés tener todo bastante en claro, no veo cuál es el problema.
-Que ya me mudé, que ya entregué las llaves del otro departamento, que no tengo un peso partido al medio...
-Eso no es problema. Mañana podés llamar a la inmobiliaria y ver si te dejan volver al departamento. Ellos van a estar encantados, porque siempre pagaste a término.
-Sí, pero el depósito de nuevo...
-Te lo pago yo y me lo devolvés cuando puedas.
-¿Pero tenés plata?
-Poca. Te voy a dar mis ahorros. Pero sos mi hijo, y la plata está para eso. Te quiero, lo sabés, ¿no? Te quiero y no me gustaría que te condenes a estar con una chiflada porque no tenés plata.

En un momento, pregunta:
-¿Y de mí te decía algo? Porque supongo que por la forma de ser, tan manipuladora, te debía hablar mal de todos los que te queremos. ¿Qué te decía de mí?
Yo me encojo de hombros.
-No, nunca me dijo nada -miento.

Nos despedimos con un beso y un abrazo.
-Vos te merecés alguien que te quiera bien -dice-. No cometas los mismos errores que yo, ¿estamos?
Asiento.

De regreso al departamento, veo el teléfono. Veo, también, el silencio. Voy al dormitorio: Sonia 04 no está. Bueno, me digo, todo se terminó. Quizás está mal porque todo terminó, pienso. La llamo. Atiende.
-Hola, Elemental -dice, sin Pipu ni nada afectuoso.
-Hola, Sonia 04 -digo-. Quería ver si estabas bien.
-Yo estoy bien, me preocupaba cómo ibas a estar vos.
-Yo estoy bien, gracias. Y voy a estar mejor. Me conozco, en un par de meses voy a estar como nuevo. Quien me preocupa sos vos, Sonia 04.
-¿Qué te preocupa?
-Que vos hoy no lo ves, pero estoy seguro que en algún momento te vas a dar cuenta de todas las macanas que cometiste, y te vas a sentir mal. Muy mal. Eso, me preocupa -y la preocupación es sincera, no impostada.
-Yo voy a estar bien.
-Buenísimo, entonces. Yo mañana voy a ir a la inmobiliaria a ver si recupero el depto de Acuña.
-¿Mañana?
-Sí, arreglemos esto cuanto antes. ¿Te parece?
-Está bien.
-Ni bien tenga novedades de cuándo me mudo te aviso.
Un segundo de silencio del otro lado.
-Está bien -dice.
Y nos despedimos. Y corto. Y me voy a dormir.

Lo dicho: point of no return.