Martes (cont.).
Tomo el celular, busco el nombre de Sonia 04. Llamo.
-¿Hola?
-¿Sonia 04?
-¿Elemental?
-Sí. Mirá, disculpame que te moleste, pero te llamo porque me acaba de llamar tu vieja.
-¿Le pasó algo?
-No, no. No te asustes. O asustate, pero no por eso.
-...
-Digo, me llamó tu vieja y estoy bastante molesto. Me parece que es una impertinente, una maleducada. Me dijo una serie de cosas que yo no tenía por qué escuchar, y menos de parte de ella.
-No entiendo.
-A ver, en primer lugar, ¿por qué me llama tu vieja? Me parece que no tiene nada que ver, sos una mujer de casi cuarenta años y mandás a llamar a tu vieja.
-Yo no mandé a llamar a nadie.
-Bueno, entonces llamó de onda, pero llamó. Y no entiendo por qué carajo llamó.
-Es que yo no estoy en Buenos Aires, estoy de vacaciones.
-¿Y yo qué tengo que ver?
-No entiendo.
-Digo, ¿yo qué tengo que ver en que vos te vayas de vacaciones y a mí me llamen tus viejos?
-No entiendo, para qué te llamó.
-Para pedirme que lleve las llaves del depto a la inmobiliaria.
-Ah, puede ser. Como yo me fui de vacaciones, los que se ocupan de ese tema son mis viejos.
-Disculpame la pregunta, pero... ¿A mí qué me importa, a quién dejaste a cargo? ¿Por qué me tiene que llamar tu vieja, qué relación tengo con ella?
-Bueno, ellos hoy me mandaron un mensaje de texto de que habían devuelto las llaves, que estaba todo bien...
-Mirá, Sonia 04. Primero y principal, a mí no me importa si estás de vacaciones o en Buenos Aires: a mí no me llaman tus viejos. Ya me banqué bastantes llamaditos al depto de José María Moreno a las cuatro de la mañana, a las siete de la mañana, y cuando atendía me cortaban.
-Ellos no fueron.
-¿Fuiste vos, entonces?
-No, tampoco.
-Ok, entonces desde que nosotros cortamos hubo una persona que se empezó a equivocar, que nunca se había equivocado antes, y llamaba a cualquier hora.
-No me creas, si no querés.
-No me importa. Ya no estoy en ese departamento. Lo que quiero decirte es que tu vieja me llamó en un tono que considero inadecuado, y te pido que no vuelva a llamarme nunca más, ni ella ni tu viejo ni nadie.
-¿Inadecuado?
-Sí, inadecuado. Primero, me dijo que tuvieron que pagar una multa por la entrega del depto, para enseguida aclararme que "eso es lo que nos costó este chiste".
-...
-A ver, me parece que estaría bueno que le aclares a tu vieja, o a quien carajo quieras, que para mí la relación que tuve con vos no fue un chiste, el irme a vivir con vos no fue un chiste.
-No, para mí tampoco.
-Dejame seguir. Para mí fue una pesadilla, no un chiste. Y no sé qué entiende tu vieja por chiste, y mucho menos sé para qué carajo me llama para decírmelo.
-Mirá, Elemental, tanto ellos como yo estamos muy dolidos con todo lo que pasó...
-A ver, me parece que resulta necesario que entiendas una cosa: no me importa si están dolidos, no me importa si están felices. Lo que no quiero es que me llamen para decirme pelotudeces. Porque lo que hubiera correspondido, cuando tu vieja me dijo eso, fue que la mandara a la reputísima madre que la parió. ¿Y sabés por qué no lo hice? Porque es una anciana. Es uno de los dos ancianos que dejaste a cargo mientras vos te rajaste a la mierda y ni siquiera te hacés cargo de llamarme para avisarme de lo de las llaves. Y te aclaro algo: no es que quiera que me llames, nada más lejano, pero desde ya que no quiero que me llamen tus viejos, y menos tu vieja en ese tono. Digo, no sé cuál es la educación de tu vieja y no me importa, pero no lo voy a tolerar más. Y el tonito que usó conmigo me hace sospechar que no saben los motivos reales por los que nos alejamos uno del otro.
-...
-Lo que intento decirte, y quiero que te quede bien en claro, es que si vuelve a llamarme tu vieja, tu viejo, tu abuela, tu hermana o la reputísima madre que me parió, lo que yo voy a hacer es proceder a explicar los motivos reales de por qué no estamos juntos.
-Es que ellos... es que yo... ¿Y cuáles son, esos motivos reales?
-Varios, por lo menos los que me llevaron a mí a irme a la mierda. El primero, es que me volviste loco. El segundo, es que me despreciaste de todas las formas imaginadas.
-Estás tan equivocado.
-No, esperá que no terminé. El tercero, es que antes de salir conmigo fuiste una atorranta que le metió los cuernos al novio durante seis meses y que después salió con un tipo casado dos años, y que me lo refregaste de todas las formas habidas y por haber. Lo que intento decirte es que, si me vuelve a llamar alguien de parte tuya, voy a aclararle estas cosas, los motivos de nuestra separación.
-...
-Y, por otro lado, tu vieja me dice que hubo que pagar una multa y me dice el monto de la multa. No entiendo, para qué carajo me dice eso. ¿Ustedes están esperando que yo me haga cargo de la multa?
-Bueno, yo quería hablar con vos la semana que viene, cuando vuelva a Buenos Aires. A mí me parece que esto fue una apuesta de los dos, y que tuvo costos de entrada y salida para los dos. Justamente, me quería reunir con vos para que habláramos de eso.
-...
-Digo, para hacer cuentas.
-...
-...
-¿Vos estás en pedo?
-¿Qué?
-Digo, ¿vos estás en pedo? ¿Vos estás segura, de que querés contar costos de entrada y salida al hecho de vivir juntos?
-Sí, lo hablé con Malena, mi analista suplente, y me parece que es lo más justo.
-A ver. Te repito la pregunta: ¿vos estás segura de que querés contar también los costos de salida? Digo, hasta donde hicimos las cuentas yo te estoy debiendo dos lucas. ¿Vos querés que contemos también la salida?
-Sí. Sí, creo que es lo más justo.
-Bueno, bárbaro. Mañana te paso las cuentas. Computo esa multa, claro. Igual, desde ya te adelanto que me vas a deber guita vos a mí.
-¿Qué?
-A ver si entendés. Punto uno, mientras vos te volviste a tu departamento-consultorio, yo tuve que salir corriendo a buscar departamento. Punto dos, vos dijiste antes de que nos fuéramos a vivir juntos que si la cosa no funcionaba yo me iba a vos te ibas a quedar...
-No me puedo quedar, son demasiados recuerdos.
-Ok, lo entiendo. Pero ése es tu problema, no mío. Y no lo digo de hijo de puta. Lo que intento es que en algún momento te detengas a pensar en que el otro también perdió cosas.
-Vos sólo pensás en vos.
-¿Vos me estás jodiendo? ¿Yo sólo pienso en mí? A ver, Sonia 04, por irme a vivir con vos dejé un departamento alquilado en el que vivía bien, y ahora estoy en otro que cada mes me cuesta cerca de trescientos pesos más que el otro que hubiese alquilado.
-El otro te lo iban a aumentar cuando renovases el contrato.
-Ya lo sé. Estoy pagando trescientos pesos más sobre el valor de lo que le alquilaron al nuevo inquilino el otro. ¿Vos tenés una idea de lo que fue para mí, desde lo económico, dejar el otro depto? No, claro, vos te pensás que como vos cargaste las pocas cosas que habías mudado de vuelta a tu consultorio, la historia se terminó. Eso, es el costo de salida, para vos. ¿Sabés qué? Si yo tomo en cuenta todo lo que me costaron las mudanzas, perdí alrededor de diez lucas. Y no te pido un mango, más vale, pero ya me parece de una miserabilidad absoluta que yo tenga que pagar la multa de un departamento en el que vos no quisiste quedarte. Estoy endeudado hasta las pelotas, y vos querés seguir cagándome. ¿Y sabés qué? No quiero que me cagues más, bastante daño hiciste, ya.
-Bueno, cuando vuelva a Buenos Aires nos reunimos y sacamos las cuentas.
-Cuando vuelvas a Buenos Aires, con vos no me reúno un carajo. A vos no me expongo más. Si querés comunicarte conmigo, hacelo por mail. Ni el teléfono, pienso atenderte. Quiero que entiendas algo: a mí no me hacés más daño, conmigo no arrasás más. Y eso aclaráselo a Malena, a Gaby y a la cochinchina.
-...
-...
-Yo no entiendo, vos me hablás en ese tono, como que me ponés los puntos. Yo siempre te traté con respeto. Snif.
-Por favor, Sonia 04. Tonito de víctima no, eh. Esa hacésela a tu vieja, a tu viejo, pero a mí con esa no me corrés. Sos una mala persona, con la que no quiero volver a tener contacto.
-Vos nunca me conociste.
-Con lo que conocí de vos me alcanza para varias vidas.
-¿Pero qué querés?
-¡Quiero que no me rompas más las pelotas, ni vos ni nadie! ¡Quiero que no me llamen y corten! ¡Que no mandes a llamar a tu vieja para pedirme guita! ¿Vos te creés que lo que yo perdí, en todo esto, es plata? Pobre infeliz. ¿Tan mal, te educaron, tan obtusa sos?
-¿Lo que vos querés es que no te llame más?
-Exacto.
-Listo.
-¿Listo?
-Listo.
-Perfecto.
-¿Algo más?
-Muchas cosas, pero no vale la pena decírtelas. No puedo inventarte la culpa, no puedo decirte los errores porque no estás capacitada para una autocrítica. Me das mucha lástima.
-Chau, Elemental.
-Chau.
La imagen se congela.
Estoy furioso. Las manos me hierven. Comprendo, en este instante, la dimensión de la miserabilidad de Sonia 04. La odio. La detesto. Y me odio a mí mismo por haberme expuesto a ella durante tanto tiempo. Necesito justicia. Necesito algo. Necesito expresarme. Ya empecé a escribir sobre ella en el blog, pero necesito más. Necesito contar todo con lujo de detalles, para que ella se vea. Porque va a entrar, seguro que va a entrar: será su trofeo. La única forma de ganarle a un ser miserable es exponerlo en su miserabilidad. Tengo que contar todo, absolutamente todo. Tengo que hablar de ella sin hablar de ella, que el lector se deje llevar, que comprenda quién fue a partir de la anonimia, que reconstruya, el lector, en su imaginario, a Sonia 04, que la invente, que le tema si corresponde, que la desprecie si cabe. Y, al final, al final del relato, sí, dar un nombre. Sólo eso. Un nombre que ponga las cosas blanco sobre negro. Sí, dejar al descubierto la miserabilidad, aunque el costo sea exponer la mía propia, aunque me lleve más de dos meses y muchísimo dolor exponer todo lo que pasó con lujo de detalles. Sí, exactamente eso, es lo que voy a hacer.
La imagen vuelve a movimiento.
Colgué. Y fue, aquel movimiento, aquel cortar la comunicación, mi despedida absoluta de Cecilia A. A partir de aquel instante, de aquel preciso instante, Cecilia A. sería, para siempre, Sonia 04. Una Sonia más.
(sí, leyeron bien)
(pronto, los epílogos)