jueves, 3 de mayo de 2007

Sonia 04: Cuando me equivoco, me equivoco a fondo

Jueves (cont.).

Llego al trabajo. Siento que la cabeza me va a estallar. Necesito conversar con alguien acerca de lo sucedido. Le escribo al Libanés, quien me responde poco después, ofreciéndose de inmediato a que nos juntemos a la noche. No puedo, le digo, tengo que ver a Sonia 04, ver cómo arreglamos esto. Le propongo vernos antes, él responde que tiene terapia. Hablar por teléfono es imposible, digo, porque estas cosas se hablan en persona. Él responde que hablar por teléfono es imposible porque cuando lo hagamos Sonia 04 podría estar merodeando. Quedamos en vernos mañana, antes de la cena que les voy a dar a él, la Trotamundos y la Cuyana en casa, junto a Sonia 04.

Voy a mi viejo departamento. Espero a que venga el encargado de la inmobiliaria, que resulta ser un muchacho de lo más simpático, quien me felicita por el estado en que entrego el departamento, el cuidado, etc., etc. Me hace bien que alguien me diga que hago ALGO bien.
Cuando entrego las llaves, lo sé, no hay vuelta atrás.
Cuando me equivoco, sabré en poco tiempo, me equivoco a fondo.

Cuando bajamos, Waldo, el portero, me está esperando.
-Usted dejó unas cosas -dice.
-Sí, eran para la basura -digo.
-Es que son muy lindas, no las tiré.
-No, hay quienes creen que no soy muy lindas. Si quiere, puede quedárselas Waldo.
-Don Elemental, vamos a hacer así. Yo se las guardo una semana, y si usted no viene me las quedo. ¿Le parece?
-Bueno, está bien.
-Igual, si a su nueva señora no le gustan, no va a haber vuelta atrás, supongo.
-No sabe de qué clase de señora está hablando, Waldo.

Por la noche, cuando Sonia 04 llega a casa, me abraza. Dice que me quiere, que quisiera borrar las últimas 48 horas del almanaque.
-Yo también -le digo.
Aunque yo me refiero, siento, a mucho más tiempo que cuarenta y ocho horas.