Hay un momento en que creo que me estoy volviendo loco. Creo que es cuando sucede lo de mi viejo, cuando me hago tanta mala sangre por la crítica negativa del salame. Soy conciente de que lo sobredimensiono, fundamentalmente, porque no tengo otra cosa que hacer.
Pienso, entonces. Tengo que conocer gente, pienso. El Preceptor es un amigazo, pero sólo podemos vernos los martes porque es casado y tiene un hijo. Tengo que conocer más gente. Los compañeros del laburo son compañeros, y con el único con el que me encuentro fuera de la Secretaría es con el Alemán, con quien vamos a comer a la Casa del Queso y lo escucho criticar al resto de los compañeros; son veladas en las que cunde la soberbia de él que estudió Economía de Gobierno -algo así como un máster vip inventado por Cavallo- y mi desencanto de la humanidad. Pienso: tengo que conocer otra clase de gente, o me voy a volver loco.
Llego a la conclusión de que escribir no puede ser todo en mi vida. Más allá de que sea el núcleo de mi felicidad, el teclear palabras, el inventar tramas, no puede serlo todo. Digo, los únicos sentimientos no pueden ser los que invento para personajes.
Hay momentos en que creo que sólo me pueden querer por lo que escribo.
No es ilógico: es lo único que hago, prácticamente.
Repaso: yo tuve una época muy sociable, después vinieron los golpes de la vida, pero yo era un tipo de lo más sociable. Con una seria tendencia de, a la primera de cambio, remitirme al ostracismo. Pero en mis épocas sociales, me iba bastante bien. Digo, en su momento hasta concreté un menage a trois, tuve distintos grupos de amigos. Quizás el problema es que soy muy exigente conmigo y con los demás, por eso luego me desilusiono y me aparto. Y me quedo solo.
Repaso, intento rememorar metodologías de conocer gente.
Al día siguiente le escribo al Profesor, el mismo que me orientó cuando tenía 18 años y empecé a asistir a su taller literario. Tengo 34, y el pedido me parece absurdo desde el punto de vista estético. En el mail que le envío soy muy sincero:
"Quiero conocer gente. ¿Puedo retomar el taller?".
No voy desde hace más de diez años.
Él me responde que el conocer gente es muy buena causa para retomar. Me dice que empiece cuando quiera.
Lo hago a la semana siguiente.
Y quiere la fortuna que, el mismo día, conozca a el Libanés y la Trotamundos.
jueves, 31 de mayo de 2007
Sonia 00: Prólogo 19: De vuelta al ruedo.
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