viernes, 18 de mayo de 2007

La peor cita de tu vida: Lolamaar (2)

A los pocos días llamó para invitarme a salir y acepté (no voy a justificar esta parte, total lo que pasó luego servirá de castigo).

Pasó a buscarme en un Renault 9. No recuerdo si en el aeropuerto, en la conversación telefónica o ya en el auto me enteré de que tenía veinticinco años y que era de Lanús, entonces bla bla bla, la comunidad de Lanús, si conocés a tal o cual, nombres y apellidos, una conversación obvia.

Lo que sí recuerdo fue que al subir al auto me dijo que ya sabía cuál era el mejor lugar para la cita. Locos por el fútbol. En Recoleta. Por si a alguien no le parece patético de por sí, debo contarles que yo, a los dieciocho, era una joven muy seria con pretensiones de intelectual, incipiente estudiante de Letras fascinada con la facultad, con Cortázar y lo mágico, con los encuentros casuales, la metafísica, y además con cierta tendencia a lo psicobolche (si no somos psicobolches a los dieciocho, cuándo...). Entonces sí, ir a Locos por el Fútbol me pareció patético, lo peor, imperdonable.

En los pocos minutos hasta llegar al lugar conversamos sobre qué estudiaba cada uno, qué hacíamos los fines de semana y qué música escuchábamos. Yo solía ir al cine, juntarme con amigas, trabajar los sábados en el club, y no mucho más. Además de joven seria con pretensión de intelectual, era un poco aburrida y lo que más me emocionaba era estar con A. o esperar a A. mientras lo extrañaba. En cambio él, joven de veinticinco años, estudiaba para ser Contador, iba a bailar con los amigos todos los sábados y le gustaba la marcha. Cri cri cri. Me lleva a Locos por el fútbol, va a bailar todos los sábados y escucha marcha. Encima Contador. Lo menos hippie que yo escuchaba por ese entonces era Charly García, así que imaginense, mucho Silvio Rodríguez y esas cuestiones.

(continuará)