lunes, 21 de mayo de 2007

La peor cita de tu vida: La Trotamundos (2)

Se acercó hasta entrar en mi campo visual, se bajó los lentes y me cabeceó al mar. Me fui acercando de a poco, como desentendida de toda la situación. Él nadaba en lo profundo, cada tanto salía a la superficie y me sonreía. Yo no podía avanzar fácilmente y en breve, el agua me llegó al cuello. Descubrí lo complicado que es sonreír mientras se traga agua de mar.

- No te preocupes que yo te rescato – o algo así dijo en portugués.

- Trotamundos – digo

- Marquinhos Brown

Nadamos un buen rato, él me mostraba cómo esquivar las olas y yo luchaba con una bikini no apta para un mar embravecido. Salimos del agua, en la playa ya no quedaba nadie, ni siquiera mi amiga que había decidido que el mejor aguante era dejarnos solos, olvidando que en su mochila estaba llevado también mi ropa, las toallas, la cámara de fotos… (Sí, sí, lo admito: quería pruebas del ejemplar).

Marquinhos sugiere caminar y acepto: la playa estaba dentro de una reserva ecológica, de esos lugares donde no existe el peligro y caminar con un extraño no se presenta como un riesgo.

Mientras paseábamos, me contaba de su vida y como no entiendo nada de portugués, me limitaba a asentir, exclamar y producir gestos y onomatopeyas según la entonación de lo que él iba diciendo. En un momento habla acerca de que le gusta mucho “mergulhear”. Lo miré con curiosidad (¿qué me estará proponiendo?) y comprendí de qué se trataba cuando dio unas brazadas al aire, se tapó la nariz y simuló el fondo del mar.

De a charla entendí que tenía casi mi misma edad y ya estaba separado y con un hijo (en esos pueblos todo sucede muy rápido). Atardecía y las miradas de reojo iban en aumento. Me acaricia el brazo, “você es muito branca”, dice. Yo me sonrojo.

(continuará)