Pasan unos meses y La Rubia me invita a un recital de la banda en la que toca su novio. Es en un pub en Palermo. El novio también me ruega que vaya (yo tenía muy buena relación con él) y acepto. Sabía que lo iba a ver a Augusto, pero bueno, en definitiva no había pasado nada, no lo había vuelto a ver desde aquella vez. (Detalle: no sólo toca la banda sino que, además, ese mismo día es el cumpleaños de Augusto). No lo pienso demasiado, voy a un recital...
Llega el día, voy al pub en Palermo. Me encuentro con La Rubia, su novio, Augusto (se cortó el pelo y le queda muy bien), y un montón de amigos, amigas, conocidos de gente de la banda que me invitan a sentarme en su mesa. La música suena, y la imagen de Augusto arriba del escenario cantando con voz ronca prácticamente me hace olvidar la primera y única impresión que tenía de él. La banda termina de tocar, Augusto se me acerca, tomamos cerveza, charlamos, nos reímos; irreconocible. Después el grupo decide ir en busca de otro bar a festejar el cumpleaños de Augusto, y hacia allí vamos. En el nuevo bar sigue nuestra charla: la facultad, el trabajo, la banda, más alcohol. Hasta que, por fin, Augusto y yo nos besamos. Hasta acá, todo bien. Termina el primer beso y él me dice: “hace seis años que no estoy con una chica”. Me sorprendo y enseguida empiezo a sacar cuentas: tiene 24 años, eso quiere decir que desde los ¡18! No está con nadie.
- ¿Cómo que hace 6 años que no estás con nadie? ¿Desde los 18?
- Sí, desde el viaje de egresados – se ríe.
- Ah...
- Y no puedo creer que ahora esté tan bien con una chica, me gustás mucho – (¡¿estamos?!)
Me quedo callada, no sé qué decir. Me invade una sensación de miedo. Pero bueno, ya salí a la pista y ahora tengo que bailar. Entre beso y beso me repite alguna de esas frases. Sus amigos se divierten en su cumpleaños y él se queda todo el tiempo conmigo. Al final de la noche nos vamos los cuatro (La Rubia, su novio, Augusto y yo). Previa parada en un Mc Donald´s, me llevan a mi casa (ahora ya vivo en capital). Augusto me pide el teléfono y se lo doy (¿Cómo decirle que no?). Pero no le pido el suyo.