Unos días después me envía un mail donde pregunta qué hago el domingo. Yo no había dado ninguna señal porque dicen que hay que esperar y porque lo que busco ahora son relaciones ocasionales o al menos con bajo nivel de compromiso y demanda. El domingo estoy con un amigo de la facultad (nos juntamos a corregir un texto sobre peronismo y el Noticiario bonaerense) y como mi amigo justo va en auto a buscar a su novia (amiga íntima de mi ex) a Corrientes-esquina-casa-de-Elena, lo tomo como una señal (de un viaje rápido y gratuito caído del cielo o del azar) y decido acompañarlo. Entro a un ciber, copio el número de teléfono de Elena a mi celular y la llamo. Quedamos en encontramos dentro en un rato en el antiguo cine Cosmos, y como tengo tiempo voy a un local en Corrientes y Uruguay donde hay reventa de entradas y elijo la película de la sala uno (espero que le guste el cine coreano). Después voy al Cosmos y mientras espero vuelvo a encontrarme con mi conocido gay, el del día de la obra de teatro. Se ve que estoy más lindo (o él está bajo el efecto de alguna droga) porque no deja de mirarme fijo. Hablamos de teatro, él está en una obra en el Rojas a la que me invita y yo comento que estoy por comenzar un curso de iniciación actoral, también en el Rojas. El está con sus compañeros de teatro con los que van a ir a cenar juntos. Ellos se van y él se queda, ahora voy, dice. La conversación fluye (literatura, cine, teatro, y el cruce entre las tres) pero como me asusta cierta mirada de psicótico y/o prolongar la conversación con un gay (que no sé por qué decidió quedarse conmigo mientras sus amigos empiezan a cenar), me despido. Nunca es una buena señal, para una mujer que llega a encontrarse con su cita, que el hombre esté charlando con un gay. Y no deseo dar ninguna señal inequívoca: esta noche tiene que haber sexo.
lunes, 14 de mayo de 2007
La peor cita de tu vida: El Tarta (4)
Etiquetas: El Tarta, La peor cita de tu vida