De repente, miró su reloj.
- Uy, no tengo mucho tiempo. Voy al grano -dijo.
- Ajá…
- Lo voy a hacer simple. Acá tenemos dos opciones…
- Opciones… ¿Qué opciones?
- Opción A: una relación a largo plazo. Yo soy un tipo fiel, te voy a cuidar, te voy a querer. Pero tiene que ser serio, no me gustan las medias tintas.
“¿¿¿Este tipo me está hablando de una relación a largo plazo??? ¿Hace cuánto que me conoce? ¿10 minutos? ¿¿Está completamente chiflado?? Quiero un cigarrillo. YA.”
- ¿Coger decís? O sea, ¿o nos casamos o cogemos? ¿Qué es este multiple choice? ¿Me lo estás diciendo en serio?
- Si…
- Me parece que me voy a mi casa, Fernando.
- Pero lo vas a pensar, no?
- Vos estás loco.
- ¿Pero por qué?
- Porque no podés venir acá, sacarme el cigarrillo de la mano, meterme ese bolazo del asma, hablar de vos durante 20 minutos, no preguntarme absolutamente nada sobre mí y después venir con esto de “opción A y B”. ¿En serio me lo estás planteando?- dije mientras, orgullosa, encendía el cigarrillo que había quedado sobre la mesa después de que Fernando me lo sacara de la mano.
- Sí…
- Chau, suerte.
Me levanté y salí del bar. Para cuando había hecho 20 metros, sentí una mano en el hombro.
- Por lo menos dame un beso, Celeste.
- ¿¿¿¿¿¿¿¿¿Eh??????????
- ¡Dale, por favor!
Y prácticamente salí corriendo.
Cuando llegué a casa tenía un mail suyo. Me pedía una oportunidad. Le respondí que era obvio que si había salido corriendo después de que me pidiera por favor un beso no tenía interés ni en la opción A ni en la B.
Mandó mails durante aproximadamente un mes más.
Le respondí una sola vez: le dije que se dejara de joder.