Instantes después paró en una estación de servicio, y yo aproveché para cambiar rápidamente de tema para no avivar tensiones (sobre todo la mía).
-¿Vas a cargar nafta?
-No, ¿por qué?
-Ah, ¿y para qué paramos acá?
-Emmm, pensaba tomar algo acá.
-¿Qué?
-Bueno, si no te gusta podemos ir a otro lado, pero yo no conozco muchos lugares.
-¿En una estación de servicio?
-Bueno, sí... tiene verde, es tranquila, me parece que está buena.
Diez segundos de silencio fueron suficientes para confirmar mis sospechas. Esto no tenía ningún sentido. En el lenguaje cinematográfico esto definitivamente se trataría del segundo punto de giro e inicio de la curva dramática hacia el final.
Respiré hondo de nuevo. Me resigné a tener el último tramo de la cita de la forma más práctica posible: haciendo pasar el tiempo considerable para luego huir de la forma más elegante.