Días más tarde pasamos a la fase dos virtual: el chat. Ya saben, lo de siempre. Las cosas que dijo en el escaso chat, su manera de escribir (su afición por las mayúsculas) y su insistente inclusión de accesorios chateros le restaba puntos. En uno de los chats me comentó que había ido al cine solo, y que eligió “El diablo viste a la moda”. Recuerdo también una sensación rara ante esa respuesta. Más allá de esos detalles (al menos no revelaba faltas de ortografía), conservaba un mínimo de esperanza en una cita pasable, pasatista. Cerramos el encuentro para el día siguiente. Me aseguré de que tuviera mi celular por si había cambio de planes, sin embargo ni bien cortamos el chat me llamó. Se reía fuerte al teléfono y tenía un tono de voz un tanto agudo que naturalmente no recordaba. Debo reconocer que muy en mi interior conservaba un mínimo de expectativa. Con suerte me sorprendería tal como lo hizo cuando me abordó en la calle. Ni bien cortamos me autoimpuse que al momento de pedir la cuenta ni siquiera amagaría con extraer de mi cartera la billetera. Todo un desafío.
martes, 22 de mayo de 2007
La peor cita de tu vida: Adicta Severa (3)
Etiquetas: Adicta severa, La peor cita de tu vida