Sábado 6 de enero de 2007.
Me despierto temprano. Por un instante tengo la inercia de ir a la computadora para mirar los avisos clasificados. Me freno. Ya encontramos departamento, recuerdo. Me preparo el desayuno con una extraña sensación: ahora que encontramos departamento, la tensión debería bajar, pienso.
Poco más tarde, Sonia 04 me llama desde el dormitorio:
-Pipu...
Voy. Lo hacemos. Pies al hombro. Ella grita te amo, te amo. Muy bien.
Desnudos, sobre la cama, Sonia 04 me dice que está por terminar mi última novela, inédita, la que le regalé para el último mesario. Va, desnuda, hasta el comedor. Saca el ejemplar anillado. Vuelve al dormitorio. Se acuesta junto a mí.
-Leeme -dice.
Leo, entonces. Son pocas páginas. El desenlace. La resolución de la relación del protagonista con su padre, el regreso a Buenos Aires, la elección final de ir en busca de Sonia -la Sonia de la ficción, esa especie de mujer perfecta que creé y que generó el nombre de las mujeres en este blog-, de dejar todo atrás.
-Fin -digo.
Apoyo la copia en el piso, junto a la cama. Cuando vuelvo a mi posición, Sonia 04 me mira. Llora.
-Es hermosa -dice.
-Gracias -digo.
-Quiero ser como Sonia -dice, sin saber que tiempo después se convertirá en una Sonia.
-Vos sos como sos -digo.
-Quiero ser tu mujer -dice.
Me besa. Me monta, decidida. Te amo, dice con una parte mía dentro de ella.
Y esta vez me suena mucho más verídica que la anterior.
Una mañana perfecta, diría.
Que no permite sospechar los nubarrones que se aproximan a la tarde.
jueves, 19 de abril de 2007
Sonia 04: Una buena mañana
Etiquetas: Sonia 04