Martes (cont.).
Llego a casa. Me resulta raro, mirar el comedor. Tomar conciencia que no será mi comedor por mucho tiempo más. Mi comedor de soltero. Recuerdo, de repente, las películas porno grabadas en CD, el decodificador trucho con el que, cada tanto, engancho Venus. Todo eso se perderá, será una parte mía relegada al olvido. Me entristece, perder la pornografía. Sí, suena idiota, onanista, pero me entristece. Me pregunto: ¿los hombres que viven en convivencia se masturban, cada tanto? Porque un rato de soledad, intimidad... En fin.
Salgo a comprar ingredientes. Debemos festejar, esta noche.
Cuando Sonia 04 llega, le digo que preparé milanesa a la napolitana con papas al horno. Ella se ríe, dice que son mufa, que cada vez que las preparé discutimos. En verdad, la mayoría de las veces que discutimos no había milanesas a la napolitana. Nadie puede cocinar tanto, milanesas a la napolitana.
Mientras estoy en la cocina, escucho:
-Tenemos que hablar de algo, Pipu.
Ciero el horno. Camino con lentitud hasta el comedor.
-Mis viejos van a salir de garantes -dice Sonia 04.
-Buenísimo -digo, mientras me siento.
-Bueno, el tema es que quiero figurar yo sola, como titular del alquiler.
-¿Lo qué?
-Mis viejos van a ser garantes, y no quiero ponerlos en riesgo de nada.
-¿Pero vos te pensás que yo los puedo cagar? Digo, ¿vos te irías a vivir con una persona capaz de hacer algo así?
-Es así, Pipu. No hagas un drama de esto, es algo puramente simbólico.
-Sí, es algo simbólico pero también práctico. Los impuestos, los servicios... Además, vamos a vivir juntos, no sé, es como que alquilamos los dos, ¿no? Vamos a compartir gastos...
-Sí, pero los garantes son mis viejos.
-Te lo entiendo, claro. No querés ponerlos en riesgo. Bueno, no sé, dejame pensarlo...
-Hay que hablar mañana con la inmobiliaria.
-Ah, claro. Bueno, lo que podemos hacer es que la garante sea mi vieja, y nosotros dos titulares. Yo no tengo drama, no siento que la pongo a ella en riesgo.
-Si ella es la garante, no firmo.
-¿Perdón?
-Si tu mamá es garante, no firmo.
Comienzo a enojarme.
-¿Por?
-Pipu, es simple: si tu mamá es garante, no firmo.
-¿Entonces?
-Entonces tendría que ser yo la titular y mis viejos los garantes.
Me quedo callado.
Luego de unos minutos, digo:
-O puedo ser yo el titular y mi vieja la garante.
Ella tuerce los labios. Luego, dice:
-No te aceptarían en la inmobiliaria porque no podés justificar tres lucas de ingreso.
-Ah. Cierto.
Me levanto. Voy a la cocina. Abro el horno. Miro las milanesas a la napolitana. Son mufa, evidentemente Sonia 04 tenía razón.
Pienso en el departamento, en que es una señal, una oportunidad semejante. Voy hasta el comedor:
-Ok, listo. Vos titular y tus viejos garantes.
Ella titular. Sus viejos garantes. En el departamento que ella quiso.
Algo me hace sentir incómodo.
La señal, pienso, la señal divina.
Hoy, a la distancia, me doy cuenta de algo: no era una señal, sino una prueba para ver si sostenía mi palabra de no vivir con ella hasta que estuviera 100% seguro.
Fallé, claro.
Es el problema de los mensajes divinos: son tan difíciles de interpretar...
viernes, 13 de abril de 2007
Sonia 04: Señales, milagros y pruebas (y 3)
Etiquetas: Sonia 04