lunes, 2 de abril de 2007

Sonia 04: Los que apoyan y los que quieren apoyar

Martes 5 de diciembre de 2006.

Sonia 04 atiende a la mañana en Caballito y a la tarde en Lanús. Viene a dormir a casa, mañana tiene que hacer no sé qué trámite en el centro.

Antes de llegar, me llama por teléfono, me pide que baje así la ayudo a subir sus bolsos. Bajo, la beso, cargo, subimos.

Mientras cenamos, dice:
-Hoy le conté a mis viejos, a mi tía y a mi abu lo de tango.
-¿Lo de tango?
-Que te pusiste celoso.
-Ah.
Silencio. Ella sonríe mientras mira el plato.
-¿Y qué dijeron? -pregunto, pues ella lo está esperando.
-Que tenés razón -dice-. Que si estamos en pareja es ridículo que yo me vaya a bailar sola.
-¿En serio?
-Sí, Pipu. Me dijeron que me deje de joder, y que siente cabeza.
-Mirá vos.
El hecho de que el apoyo haya venido de personas que, en promedio, deben rondar los setenta años, me hace dudar. Quizás estoy siendo extemporáneo. Cuando repaso quiénes del entorno de Sonia 04 apoyan mis posturas, quiénes la tratan de hacer cambiar de parecer, dudo: los padres, la abu, Gaby, su analista que está por fuera de cualquier límite ético y teórico de la psicología. Si uno fuese inteligente, sabría que así como hay olas de apoyo luego esas mismas olas se transforman en crítica, y que en el caso de Sonia 04 esas críticas de, por ejemplo, Gaby, resultarían fatales para la relación. Pero como no lo soy, me dedico a disfrutar de este remanso que me brindan extraños. El mismo remanso que, en la mayoría de los casos, Sonia 04 no puede brindarme.

En la misma cena.
-Hoy atendí al paciente dadivoso.
-¿Y sigue regalando plata?
-Está mejorando. Ya casi no siente que se va a morir, cuando se acuesta.
-Mirá qué bien.
-Y no sabés.
-¿Qué cosa, no sé?
-Hoy agarró y me dijo que los $21 que le corresponden pagar por la prepaga le parecen muy poco.
-¿Cómo?
-Sacó dos billetes de cien, y me los ofreció.
-¿Y vos los aceptaste?
-No. Le dije que él viene por la prepaga, y que lo que corresponde que pague son $21. Pero le dije que si me quiere hacer un regalo, está todo bien.
-¿Le dijiste eso?
-Sí, ¿por?
-No, pensé que no se podía aceptar regalos.
-No, aceptar se puede.
-¿Pero proponerle que te los haga?
-¿Qué te molesta?
-Me molesta que el tipo está siendo ampuloso, exhibicionista. Se está haciendo el todopoderoso. Y, en general, cuando un tipo hace eso es porque se quiere levantar a una mina.
-¿A vos te parece?
-Yo pensé que me ibas a decir eso es imposible.
-¿A vos te parece?
-Sí, me parece.
-Me encanta cuando te ponés celoso, Pipu.

Vamos a la cama. La beso. Intento acariciarla. Ella dice:
-No te lavaste los dientes.
La miro. Ella me sostiene la mirada. Voy al baño, me lavo los dientes, vuelvo a la cama, ella ya giró como para dormir. Me ubico tras ella, la apoyo.
-Estoy cansada.
-Sonia 04.
-¿Qué?
-¿Cuánto llevamos, de relación?
-Casi tres meses. ¿Por?
-Porque en general las parejas, en los primeros meses, cogen casi todo el tiempo. Nosotros sólo los fines de semana.
-Es que vuelvo cansada de trabajar, Pipu.
-No, eso fue ayer, que te dolía la cabeza. Hoy te jode que no me lavé los dientes.
-¿Te molestó que te dijera eso?
-La verdad que sí.
-Bueno, otro día lo hablamos.
Se acomoda sobre la almohada, lista para dormir.
-Es loco -digo.
-¿Qué cosa? -pregunta de espaldas a mí.
-Que parecemos una pareja con años de relación. Vos das por sentado que yo tengo que saber que me querés, que no hace falta demostrarme nada. Vamos de visita de tus viejos y tus amigos. Tenemos sexo sólo los fines de semana.
-Los casados con varios años no tienen sexo ni siquiera los fines de semana, Pipu.
-Ah, mirá vos.
Y entonces sí, me duermo.