lunes, 30 de abril de 2007

Sonia 04: El cumpleaños de Sonia 04 (4)

Martes (cont.).

Apenas suben, me saludan. Hay, en el trato de la madre y el padre de Sonia 04, algo cariñoso. Supongo que es la primera vez que un novio de su hija hace algo semejante, y no me refiero sólo al cumpleaños sino a hacerlos partícipes. No sé, quizás -probablemente- se deba al hecho de que yo no conté con mi viejo y ya no cuento con mi abuelo, pero para mí el tema familia es importante. Los amigos también, por supuesto, pero hay determinados puntos de la vida, esos de verdadera inflexión, en los que están los seres que nos conocen desde que nacimos. Para alguien como Sonia 04, tan plagada de cursos, tan perdida en su vocación, creo que estaría bueno que cuente con este grupo humano, porque me parece que son gente que vale la pena, que la quiere. Es, en cierto sentido, otro regalo que le hago en su cumpleaños, mucho más elíptico que el resto. Y no me refiero sólo al festejo en sí.

Les muestro el depto. La abu de Sonia 04 sale de la casa sólo en contadas oportunidades, y esta fue una de ellas. A todos les encanta el departamento, el comedor, la cocina, el balcón -mirá vos que a Sonia 04 no le gustaba la vista, esta chica...-, el dormitorio, el baño. Intento que no vean el cuarto de las computadoras, donde arrojé todo lo que había en el comedor, pero no puedo evitarlo. Pido disculpas por el desorden, pero el padre de Sonia 04 enseguida me palmea la espalda:
-Pero querido, ya bastante estás haciendo, como para disculparte.

La madre de Sonia 04 me da dos paquetes. En uno hay sanguchitos de miga -por el peso, el diminutivo es decorativo-, en el otro masas. Le digo que habíamos quedado en que yo me hacía cargo del postre, ella me hace un gesto de que eso no importa. Y, la verdad, no importa.

Sonia 04 tarda. La llamo. Está llegando.

Debato con los invitados cómo recibir a Sonia 04. El padre de Sonia 04 propone esconderse en el dormitorio, que yo le dé charla y que ellos de repente salgan cantando el feliz cumpleaños. La madre de Sonia 04 está por agregar algo, pero yo digo:
-Me parece bárbaro.

Suena el timbre. Atiendo.
-Feliz cumpleaños -digo.
Y ella sube.

Todos corren hacia el dormitorio, incluso la abu de ochenta y pico de años.

Sonia 04 entra.
-Hola, Pipu.
Me besa. Le pregunto por cómo la pasó.
-Me llamó un montón de gente.
-Qué bueno, qué lindo.
-¿A dónde vamos a ir?
-Ah, eso es una sorpresa. ¿Y fuiste a lo de tus viejos?
-Sí, qué se yo, ya te dije, estuvieron raros.
-¿Raros?
-Sí, raros, como si no les importase mi cumple.
-¿Y a vos te parece que no les importa tu cumpleaños?
-Y...
No llega a responder, que desde el dormitorio se escucha el feliz cumpleaños. Ella me mira, sorprendida: hace días me dijo que yo era medio nabo, que no sabía guardar un secreto, que nunca podría sorprenderla.
Lo que resta, ahora, mientras sus familiares la rodean y la besan, es si le gusta, que la haya sorprendido.