Miércoles 25 de octubre de 2006
Cenamos. En el transcurso, Sonia 04 comienza a contarme que tiene una paciente que dejó al novio, y que el chico (la paciente anda por los veinticinco, por lo que supongo que el chico también) amenazó con suicidarse.
-Qué quilombo -digo.
-Qué patético -dice-. Ella siente culpa, no sabe cómo manejarse. Yo le dije que lo deje, que no tenga contacto, que ese chico es patético.
En mi interior, recuerdos. Una vez, cuando corté con una novia, ella me amenazó que se iba a suicidar. Hice oidos sordos, y la chica, en efecto, hizo un intento de suicidio -pequeño, más un llamado de auxilio que otra cosa-. Sentí mucha culpa, y también sentí mucha pena por ella. En ningún momento pensé que era patética, por el contrario: me despertó una piedad infinita. De hecho, nos arreglamos, pero la cosa tampoco funcionó.
-Se lo dije bien claro -dice Sonia 04-: ese chico es patético, no tiene dignidad.
-Quizás lo siente en serio -digo.
-Pero por favor, es un intento lastimero por retenerla. Es su inseguridad.
-Pero hay algo que no entiendo.
-¿Qué cosa?
-No sé, se supone que vos la estás analizando a ella, ¿no? -no espero respuesta, y continúo-. Bueno, vos sabés lo que ella te cuenta, pero no lo que le pasa al flaco. Digo, primero no sabés cómo le dijo eso de que se quería matar, ni sabés cuánto significa ella para él, si es cierto o no. Ya sé que nadie puede significar tanto como para que uno se mate, y que lo más probable es que, sí, sea un recurso del pibe para retenerla. Pero quizás la quiere tanto que está actuando en forma irracional. Y, además, lo que no entiendo es cómo utilizás una palabra como "patético", que se la repetiste varias veces, cuando tiene una carga peyorativa muy fuerte. Estás recargando de moralidad tu discurso, y creo que eso no es atender a una paciente, ¿no?
Sonia 04 no lo sabe, pero cuando algo le molesta su rostro se trasforma. De rasgos angulosos, cuando presiona los dientes y los labios el rostro se convierte en otra cosa. Algo que no me gusta, al mirar. Algo que, en cierto sentido, me hace temer la furia que hay en su interior.
-¿Y vos qué sabés? -dice.
-No, yo no estudié psicología sino sociología, sólo opino de acuerdo a lo que me decís.
-¿Y para qué opinás, si no sabés? ¿Cuándo te pedí opinión, yo?
Apoyo tenedor y cuchillo junto al plato. Fuera, la ciudad se ve tranquila, como siempre desde el piso 12 en el que vive Sonia 04. Inspiro. La miro. Hablo.
-No me pediste opinión, pero me lo contaste.
-¿Y quién sos, para opinar de mi trabajo? Ni mis amigas psicólogas, opinan cuando les cuento un caso.
-Me parece perfecto que ellas no opinen. Pero vos decidiste contarme algo, en lo que supongo planificabas como diálogo. En un diálogo, alguien habla y otro responde. Y te tenés que bancar esas respuestas.
-Pero vos no sabés nada.
-Entonces mejor hagamos así: vos no me cuentes de tus pacientes, y yo no opino.
-Por supuesto, que no te cuento más nada.
-Me parece bárbaro.
El resto de la cena transcurre en silencio. Mientras trago la comida, pienso en cuántas cosas considerará patéticas, Sonia 04. Más tarde, la tensión ya bajó. Pero aún hay algo en mi interior que me recorre y estremece, y no puedo ponerle un nombre.
miércoles, 21 de marzo de 2007
Sonia 04: Patético
Etiquetas: Sonia 04