viernes, 30 de marzo de 2007

Sonia 04: Mar de las Pampas (1)

Sábado 25 de noviembre de 2006.

El despertador suena, puntual, a las 6 y media de la mañana. Lo apago. Remoloneo un poco. Cuando giro hacia Sonia 04, ella ya tiene los ojos abiertos, sonríe y me mira.
-¿Vamos, Pipu?
Yo no entiendo demasiado. Por lo general, a Sonia 04 el remoloneo le lleva entre 30 y 50 minutos. Hoy parece tener otra energía, vitalidad. Se levanta, y antes de hacerlo me da un pico. Pregunta si tomamos un café, y va hacia la cocina. Me levanto, entre aturdido y contento, y le digo que mejor no, que paremos en Atalaya. Ayer, la Mujer Imperfecta decía, con toda razón, que parar en Atalaya es materializar el inicio de las vacaciones.
-Mi papá siempre paraba en Dolores -dice Sonia 04.
-Podemos parar en Atalaya y en Dolores -digo-, acordate que yo tengo que parar bastante.
Para los que no leyeron con atención desde el principio: tengo deficiencia de proteína S, lo que hace que mi sangre tienda a coagularse más que la del resto, motivo por el que estoy anticoagulado por medio de Sintrom y debo tomar ciertos recaudos. Entre ellos, no estar sentado, inmóvil, demasiado tiempo.
-Tenés razón -dice Sonia 04, mientras se acerca y me abraza-. Podemos parar en todos lados, darnos todos los gustos, ¿no?
-Es la idea, mi amor.
Y la beso.

En la autopista, comienzo a introducir los CDs que le preparé. Le pregunté qué le gustaría escuchar durante el viaje, y si bien lo que nombró a mí no me gusta para nada, me puse a descargarlo con el Emule en MP3 y luego a transformarlo en formato CD: Diego Torres, Alejandro Lerner... Para no atosigar mis oídos todo el trayecto, también me bajé el último de Calamaro -producido por Lito Nebbia, que resulta ser peor que Diego Torres y Lerner juntos- y el último solista de Vicentico, que está muy pero muy bien.
La música inunda el Volkswagen Gol. Sonia 04 maneja. El sol comienza a despuntar en el horizonte, a nuestra izquierda.
La Mujer Imperfecta estaba equivocada: esta imagen, yo acariciándole la pierna, inclinándome hacia ella y dándole un beso en el cuello, esto es lo que materializa el inicio de las vacaciones.

Paramos en Atalaya. Salimos temprano, sin ningún contratiempo, pero el lugar está lleno. Salimos, y vamos a la siguiente YPF, donde funciona un Mc Donald´s. Ingresamos. Sonia 04 tiene los labios apretados, algo anda mal.
-No me gusta que paremos en un Mc Donald´s -dice.
-Es una mierda, lo sé, pero los desayunos no están mal...
-No me gusta que paremos en un Mc Donald´s.
Minutos después, estamos en el autoservicio de la YPF. No digo nada: el desayuno es peor que el de Mc Donald´s, y si pretendíamos no caer en manos de una multinacional, bueno, Repsol no tiene mucho de comunista.

En la ruta, en un momento, nos enganchamos a cantar los temas de Lerner, que son malos pero pegadizos. Yo canto mal, a propósito, y ella se ríe.

Seguimos las indicaciones que nos dio el dueño de Cabañas Lemu, y el viaje no tiene mayores contratiempos. Pasamos por delante de Cariló, que nunca había visto, y Sonia 04 dice:
-Ya te voy a traer.
Y luego, muy poco después, un ingreso de madera indica Mar de las Pampas.

Nos atiende la encargada del lugar. Nos presentamos por nuestros nombres, y ella sonríe y nos dice un número de cabaña. La seguimos. Entramos. La primera impresión que tengo es que no me gusta: me resulta planificadamente rústico, como que se quiere dar esa imagen. Sin embargo, al entrar al dormitorio, al ver ese sommier mullido y esas almohadas que piden a gritos que uno apoye ahí su cabeza, la cosa me empieza a gustar. Cuando salgo, escucho que Sonia 04 le pide algo a la encargada, como favor. La encargada dice que sí, y se va. Regresa con una hamaca paraguaya, que engancha en dos árboles.
-¿Viste, Pipu? ¡Tenemos hamaca paraguaya!
Y Sonia 04 me abraza.
Entonces la cosa, sí, me empieza a gustar en serio.

Vamos a la cama. Yo me pongo mimoso. Sonia 04 tiene sueño. Nos dormimos.

Me despierto poco después. Recuerdo que tengo que comprar bebidas. Sin despertar a Sonia 04, salgo de la cabaña. Hablo con la encargada, le pregunto dónde puedo hacer las compras. Me indica la ubicación de una proveeduría. Unas diez cuadras. Veo el coche de Sonia 04 estacionado, la tentación es grande, pero no da despertarla. Comienzo a caminar por las calles de arena. Doy pocos pasos, y estoy rodeado por cinco perros de la zona. Tienen los pelos cubiertos de arena, y me miran de reojo. Reconozco, en ellos, la amabilidad de quien da la bienvenida. Comienzo a hablarles, me presento. Ellos, con sus miradas, se presentan. Y vamos así, charlando, ida y vuelta hasta la proveeduría. Cuando regreso a la cabaña, ellos se quedan sentados en el ingreso al complejo de cabañas.
-¿Qué hacías? -pregunta Sonia 04 desde la cama.
-Amigos -respondo.
Y voy hacia el dormitorio. Me desvisto. Por los gritos de ella, hoy estoy particularmente inspirado para el sexo oral.

Almorzamos en el centro de Mar de las Pampas. El lugar me gusta, me parece bien esa combinación entre edificaciones y bosque. Me gusta estar con Sonia 04, tomarla de la mano, abrazarla.

Regresamos a la cabaña. Sí, hoy estoy inspirado para el sexo oral.

Cuando despierto, anochece. Voy al comedor, ha refrescado. Enciendo los calefactores. Miro, desde la ventana, a los cinco perros que miran hacia la cabaña. Los saludo con la mano, y ellos me hacen un breve gesto con la mirada, brillantes ojos en medio de la penumbra.

Lleno el hidromasaje. Entro. El calor me rodea. Poco después, Sonia 04 entra en el baño, desnuda, y se mete en el hidromasaje conmigo. Sin embargo, se nos hace difícil tener sexo adentro. Vamos a la cama.
Sí, hoy estoy particularmente inspirado para el sexo oral.

Hago la cena, comemos.

Ponemos una película que nos dieron desde la administración. "Los puentes de Madison", de Clint Eastwood. Nunca la vimos. Ambos, sí, sabíamos de qué trataba.

Hago una breve interrupción. Creo que, hasta ahora, lo que relaté desde el inicio de la relación con Sonia 04 implica errores de ella y mi error es siempre haber seguido adelante. Yo también me mandé cagadas, cuestiones que estaban más allá de mi control. Lo que relataré ahora, por ejemplo.

La película es buena, muy buena. Sobre el final, Sonia 04 llora. Pero llora mucho. No sé cómo, pero a mi mente viene Edgardo, el casado que se la cogió durante dos años. El tipo que ella dice que no siguió con ella de puro cobarde. El final de la película, en el que Sonia 04 llora casi a los gritos, implica que una mujer casada decide quedarse con su familia antes que entregarse a su amante. El final de la relación de Sonia 04 con Edgardo fue exactamente eso. Y mi cabeza está a punto de estallar.

Estamos en la cama. Le pregunto a Sonia 04:
-¿Tengo alguna chance de hacerte feliz?
-Mejor hablamos mañana -dice.
Gira, apaga la luz.
Minutos más tarde, salgo de la cama y voy al comedor.

En medio de la oscuridad del comedor, miro por la ventana. Ni siquiera están mis nuevos amigos. Son más de las dos de la madrugada. Las preguntas se suceden. ¿Qué hago con esta mina? ¿Cuánto desea ella volver con Edgardo? ¿Cuánto desea estar conmigo? ¿Cuánto me quiere?

Ella viene al comedor, me ve recostado sobre el sillón, se enoja. Vamos a la cama. Discutimos. Nos dormimos.
Y así termina nuestro primer día de vacaciones.