Llego a lo de Sonia 04 con puntualidad. Ella, acorde a sus costumbres, no está lista. Abre la puerta medio en bolas, me pide que no mire, pero veo una pomada bajo su nariz, de color claro (la pomada), para aclararse los pelos. Ante semejante visión, desvío los ojos hacia la ventana. La ciudad se ve linda, desde un piso 12. Más linda que una novia con crema para el bozo, por lo menos.
El barrio, Paternal, es oscuro. Todo un presagio. En el viaje, Sonia 04 me aclara que Gladiola tiene esas fuertes depresiones porque sus padres la desvalorizan. En una de las primeras citas, Sonia 04 me comentó que tenía una amiga directora de cine. Yo, inocente, pregunté qué película había hecho. Ninguna. Inocente, pregunté si había hecho algún corto. Ninguno. Ah, dije. Esa amiga era Gladiola, la oprimida por sus padres trasandinos.
En el viaje, también, le pregunto a Sonia 04 si habrá muchos de sus amigos, ahí en la fiesta.
-No, mis amigos son todos de lugares distintos.
Uno por cada curso, pienso.
Y pienso, también, que sólo debo superar la prueba ante Gladiola. Esta noche.
Salimos del coche. El silencio es total. Me llama la atención que no se escuche música: son todas casas, si hubiera una fiesta debería escucharse algo. Nada. Sonia 04 camina hacia la esquina perpendicular. Miro.
Sí, la mansión del terror.
La fiesta resulta ser cena. Cena a la que llegamos, crema del bozo mediante, con dos horas de atraso. Es decir, ya pasó la entrada, están en el plato principal. A la mesa están sentados Gladiola -siempre pensé que cada mujer tiene al menos una amiga más fea que ella, para levantarse la autoestima: en el caso de Sonia 04, esa amiga es Gladiola-, sus padres, sus tíos, una vecina que debe estar haciendo los trámites jubilatorios, algunos amigos -pocos, muy pocos-. Sonia 04 saluda a Gladiola con un fuerte abrazo, luego Gladiola me mira y me dice:
-Casi hacés que me echen del trabajo -y se ríe, deformando aún más su cara similar a una luna en pleno eclipse.
El saludo entre la madre de Gladiola y Sonia 04 es frío. Evidentemente, ellos saben lo que piensa Sonia 04 de ellos. Desvalorizar a un hijo es algo terrible, pienso. Ahora bien, ¿ese hijo -en este caso hija, o algo que se le parece- no podría festejar su cumpleaños de algún modo alegre? Supongamos que el día del cumpleaños tiene cena familiar -el día del cumpleaños Sonia 04 se olvidó de llamarla-, bueno, ¿no puede después al menos salir a cenar con sus amigos a un lugar agradable, donde el aire no se corte con un cuchillo? Evidentemente, en el caso de Gladiola, no, no puede.
La comida es pollo al horno con ensalada. Yo me siento junto a Sonia 04. Los comentarios de la mesa me resultan incomprensibles. Cada tanto, acaricio la pierna de Sonia 04. Ella me mira, me pregunta si la estoy pasando bien.
-Claro -miento.
Bueno, pienso, Gladiola es depresiva, hay que tener piedad. Hay que tener piedad, pienso.
¿Todos los amigos de Sonia 04 serán así?, tiemblo. ¿Sonia 04 será así?
Luego de la cena, los padres de Gladiola -no Gladiola, los padres-. Comienzan a escucharse acordes de una música trasandina -no me pregunten, me sale guayaba pero esa es colombiana-, que hace juego con los envases de pisco en forma de moaí que hay en los aparadores. Los padres se inclinan hacia adelante, y bailan. Tienen setenta y pico de años, y se han transformado en el alma de la fiesta. Y cualquiera sabe lo que significa eso.
En un momento, el padre de Gladiola baila con la vecina sesentona. No necesito observar mucho para notar que el tipo aún funciona sexualmente, al menos con la vecina. La madre de Gladiola saca a uno de los amigos, en un momento enfila hacia mí y mis pelos se erizan, me escondo detrás de Sonia 04, me siento en el sillón como para dejar asentado cuál es mi voluntad.
Una, dos horas en las que Sonia 04 baila con Gladiola. Alrededor de ellas, los padres de Gladiola. Yo, sentado en el sillón. Hay una amiga de Gladiola -ex amiga de Sonia 04, verdadera enemiga, me enteraré después-que está bastante bien. Miro. Sonia 04 me pesca mirando. Miro hacia la ventana, entonces. Y el baile sigue.
En un momento determinado, Gladiola abraza por la cintura a Sonia 04, ésta a otra amiga de Gladiola, y la enemiga de Sonia 04 se ubica del otro lado de Gladiola. Bailan una especie de can can que sólo me recuerda canes. Me quiero ir. Urgente. Pero es la mejor amiga de Sonia 04, recuerdo, no le puedo hacer esto. ¡Es la mejor amiga de Sonia 04!, me repito.
Al salir, al entrar en el coche, mientras el silencio mortuorio de Paternal nos rodea, Sonia 04 salva mi ataque de pánico.
-Gracias por aguantarte esto -dice.
Se trata, diría, de una deuda eterna.