domingo, 3 de septiembre de 2006

Sonia 01: El día después

Hasta ahora, he comentado todos los mails. Tanto los que recibí como los que envié. Haré, ahora, una excepción. Espero se me sepa disculpar, pero creo que al leerlo se darán cuenta de las razones.

Me despierto y le escribo a Sonia 01.

Buongiorno principessa (me pregunto: ¿sabés de qué película es esa expresión?): mail raro de escribir, este, luego de habernos conocido -o, debería decir para hablar con mayor propiedad (elemento muy a tener en cuenta luego de nuestro encuentro), empezar a conocernos-. La lectora ya no es un imaginario puro, tampoco un conjunto de ideas o palabras escritas, tampoco una imagen -bella, por cierto- perdida entre otras tres que la rodean, tampoco una voz en el teléfono (Alberto Migré, QEPD). La lectora, sé ahora, tiene la risa fácil, la mirada estudiosa, las manos inquietas... Escribir, ahora, entonces, es, como decía, raro. Quizás es por eso que omitiré mis estructuras más clásicas, más pertinentes para la lógica -grave, la confusión lógica/matemática sólo para ganar una charla-, y me dejaré llevar. Tal como, creo, hice ayer por la noche. Me encanta cambiar de bares a medida que transcurre la noche, la charla, y me encantó que a vos también te gustase. No me darás un penny, pero confesaré qué había pensado en ese momento (no para que me ofrezcas el tuyo en retribución, aunque si así fuera, ¡bienvenido!): por favor que mi deficiencia genética no la haya espantado!!!! Y, en términos más generales: por favor espero no haber dicho nada que la haya espantado!!! Disfruté ese abrazo final, imprevisto, que me regaló tibieza en medio de una noche helada. Confesión 2: al verte en persona, al ser tanto más hermosa que en la foto, me quedé sin palabras, y por eso medio que te saludé y fui derechito a pedir mesa, a ver si en el transcurso que nos separaba del ámbito clásico de los comensales recuperaba la voz, y el oxígeno, y algo de mi ingenio. Hay una película maravillosa. "As good as it gets". Allí, en una escena, Jack Nicholson le dice a Helen Hunt, como al pasar, que desde que la conoció desea ser una mejor persona. Ayer, en el transcurso de la noche, en varias ocasiones me sentí así. No sé si mejor persona, así, a secas, pero sí deseé ser digno de alguien como vos. Me divirtieron tus preguntas cuando me dijiste "contame más de vos", transformaste ese bar ordinario, simplón, en un estudio de análisis cualitativo, sólo con empezar a preguntar... y ver el águila en tu celular, bueno... ¿qué decir cuando las palabras sobran? Me encantó la forma en que acomodabas y desacomodabas con insistencia tu pullover, tu preocupación por estar bien (¿imagen? ¿comodidad?). Sé que se supone que uno no debería decir todas estas cosas luego de una primera cita, pero lo cierto es que jamás había tenido una primera cita como la de ayer. Te mando un beso grande.