sábado, 16 de septiembre de 2006

Las ruinas circulares

Me acuesto. Cerrar los ojos es imposible. Al menos si llorase con los ojos cerrados sería más digno, porque no vería borrosa la oscuridad.

Soy un desastre. Un fóbico, eso es lo que soy. Arruino todo lo que toco. Imposibilito cualquier posibilidad de que se me acerquen. Asesino niños en las calles, por las noches. Bueno, eso no, pero de seguir así en cualquier momento. Ella era buena, yo malo. Malo, feo, y sucio. A mí no Ettore Scola, me daría una palmada en la espalda. El mundo, me da la espalda. ¿Y si me voy a pescar, me meto en el río y me ahogo? Ah no, no pesco. Y ése es un suicidio de mujeres, y yo soy hombre. ¿No será que soy gay reprimido, que hago todo esto para no hacerme cargo? Las sábanas se adhieren a la piel, transpiro demasiado. Soy muy peludo. Soy horrible, y cuando me ven no me hablan. Ese es el problema. El problema soy yo, y el hecho de que no me puedo dormir. ¿Qué soñaría, en una situación como esta? ¿Para qué quiero soñar, si voy a terminar por estrellarme? ¿Hoy había estrellas en el cielo? Cielito lindo. Lindo, eso es lo que debería ser. A quién carajo le importa alguien ingenioso. Lo que no entiendo es por qué a veces en el espejo me veo lindo. ¿Qué veo, en el puto espejo? ¿Para qué inventaron los espejos? ¿Estaré loco? ¿Cómo hago para acallar la angustia? ¿Cómo hago? Cuando estoy triste, escribo. Bueno, en verdad es una compulsión: escribo mucho. Por eso dicen que escribo como el orto, que mi semántica es horrible. Y tienen razón. Pero, al fin, algo de lo que aferrarme: tengo ideas, muchas. Cómo no tenerlas, si no sé desenvolverme en el mundo empírico. Idea, si al menos tuviese una que me permitiese apagar esta angustia, esta sensación de locura.

Entonces, la idea.

Y la idea es empezar este blog para al menos reírme de mí mismo.