sábado, 16 de septiembre de 2006

Culpa, bonita culpa

Camino. No tiene sentido tomar taxi. Camino, y pienso. En algún lado tiene que estar la Sonia 03 con la que nos divertíamos por teléfono, o por chat. En algún lado que no fue esta noche, por cierto.

A cada paso, la culpa se acrecienta. Ella me avisó -de hecho, cuando le dije que me sentía incómodo, dijo: yo te avisé-, el problema es que yo no le creí. El problema es que soy tan horrible como para haber generado eso en ella, porque la fealdad hace esas cosas, genera cosas feas. No, tengo que parar de enroscarme. Pero ella se fue. ¿Estaba llorando? Bueno, se fue, pero no sé si estaba llorando. Quizás le arruiné la noche. Quizás le arruiné la vida.

Mientras camino, tomo el celular. La llamo. Atiende.
-Quería pedirte disculpas -digo.
-Está todo bien -dice, como si nada hubiese pasado.
-Bueno, quería saber si estabas bien.
-Está todo bien -repite, y ahí me doy cuenta de que no es como si nada hubiese pasado.
-Te juro que yo no soy así.
-Y yo tampoco así.
¿Cómo que no? ¿No me dijo que me lo había advertido, que era así? ¿En qué quedamos?
Hablamos poco más, luego corta.

Camino. Como dije: a cada paso, más culpa.