domingo, 3 de septiembre de 2006

El mundo es un lugar horrible

Me despierto, y no hay mensaje de Sonia 01. Hemos pasado de dos, tres y hasta cuatro (larguísimos) mails a ninguno.

Voy a almorzar a lo de mi vieja. Van también mi hermana y su marido. Remarco: mi hermana menor y su marido. Antes de que mi madre diga algo respecto a que quiere nietos (remarco: a que me lo diga a mí, pues como mi hermana es bailarina de tango expone -aparentemente con eficacia- el argumento de que ella no puede, que ya habrá tiempo: por algún motivo que desconozco, mi madre cree más factible que un hombre soltero forme una familia a que lo haga una mujer casada), le digo que las mujeres están locas, que no saben lo que quieren. Mi mal humor va creciendo, digo que el país está en una situación calamitosa, que el mundo es un lugar horrible, me voy antes incluso de tomar café.

Voy al supermercado. Compra del mes. Como quizás la relación con Sonia 01 se haga realidad (espero, intento forzar a los astros), compro Bayleys y dos copas de whisky de lo más chic. Compro el resto de lo usual, y pido que me lo envíen a domicilio. Pregunto cuánto van a tardar, me dicen que alrededor de dos horas. Vuelvo a casa con la esperanza de que haya mail de Sonia 01. No. Espero las dos horas, y llamo al supermercado. Dicen que hay un retraso, que en una hora me traerán los productos, entre los cuales había congelados. Una hora más tarde, vuelvo a llamar. Más sinceros, me confiesan que no tienen la más remota idea de cuándo vendrán. Voy hasta el supermercado, y me dirijo directamente a la gerenta. Tengo que cancelar la compra, le explico. Primero pone cara de este tipo está loco, pero yo esgrimo que hablaré con la asociación de defensa al consumidor. La chica, desganada, anula la compra, y no entiende por qué le indico que el Bayleys y las copas de whisky las separe, que me las llevo. Estoy de mal humor, pero me quedan resquicios de esperanza.