Cuando llego a casa del Ganador –taxi: un tupper para las croquetas y una fuente para el tiramisú-, el Libanés ya espera frente a la puerta. Subimos, empezamos los preparativos. Descorchamos vinos –la semana pasada, el Libanés y yo fuimos a un curso de cata, y de alguna forma tenemos que mandarnos la parte-, nos preguntamos cuántos vendrán, si gustarán los platos que preparamos. Él se pone a cocinar, mientras observa con recelo la fuente con el tiramisú –cocino rico pero no prolijo, y milagrosamente el tiramisú me salió una pinturita para los ojos-. Pronto arriba
-Sofía 01 –dice, muy sereno-. Justo ahora, llama.
Sofía 01 lo dejó hace poco con argumentos que generaron que todos los amigos del Libanés quisiéramos ir a cagarla a trompadas, pero él igual estaba mal. Ahora, sin que ella hubiese dado señales de vida durante semanas, llama. Y él ni se inmuta.
Pronto arriba
Mis amigos tienen conocimiento decreciente de las Sonias: saben todo de Sonia 01, un poco de Sonia 02, y nada de Sonia 03. Podría contarles de la última, pinta bien, pero recuerdo que mi rol en el grupo es de tipo ácido que hace comentarios ácidos que generan acidez. Mejor continuar con el rol perdedor de incomprendido por las mujeres. Algún comentario sobre Sonia 01 –nada, no contesta, no dice, no habla, no tiene espacio físico y mental-.
Servimos los platos. Todos disfrutan. Y la verdad que tanto mis platos como los del Libanés salieron muy bien.
-Ustedes son dos solteros codiciados –dice alguien del género femenino.
Lo cierto es que, de los hombres en el comedor, somos los dos únicos que no tenemos pareja. Pero ahora se supone que somos solteros codiciados. Los amigos están para este tipo de frases, ¿no?
Teoría ácida durante la cena, 1: así como Los Piojos significa un punto de inflexión a partir del cual se inicia la muerte del rock nacional, la serie Sex and the City significa un punto de inflexión en el inicio del fin de la humanidad. A los hombres no nos gustan esa clase de minas que sólo piensan en comprarse zapatos y comentar con sus amigas con quiénes se acostaron. (los hombres no pensamos en términos de zapatos, y deseamos la exclusividad de hablar de conquistas con amigos).
Teoría ácida durante la cena, 2: Ayer los hijos de puta de
En los dos casos, al enarbolar las teorías, tal como indica la costumbre del grupo, todos las refutan. La única que salta en mi defensa es
-Es verdad –dice ella-, pero pobrecito, él dice esas cosas y alguien tiene que defenderlo.
Entre otras cosas, por eso es