Le doy clase a Pipi, mi alumno gay. Tiene cuarenta y pico, escribe maravillosamente bien aunque es inconstante. Leo su relato plagado de brujas de barrio, maldiciones y heroínas sufridas. Lo disfruto. Sobre el final de la clase, le pregunto.
-Pipi, ¿te puedo hacer una pregunta?
-Claro, Elemental.
-Mirá, tengo 35 años, muchos años en la espalda, y la verdad que las minas me tienen podrido. Vos que sabés del tema, ¿estoy a tiempo de hacerme gay?
-Ay, Elemental, eso no se elije.
-No, pero en serio, no las soporto. ¿No tengo salida?
-¿Cómo te ves besando a alguien con bigotes?
-Mmmmm... No. No podría.
-¿Ves? Ya está, no podés.
-¿Entonces no tengo salida?
Pipi se encoge de hombros. Su silencio me hace temblar.