lunes, 2 de julio de 2007

Sonia 08: Porno

Jueves 31 de mayo de 2007 (cont.).

Ok, lectores que no encuentran agrado en el sexo explícito, abandonen acá.



Conste que avisé.



En serio, dejen acá.




Entramos al departamento. Creo que una de las excusas que puse durante la caminata fue que acá podríamos tomar un café con Baileys. Ni siquiera amago con ir a la cocina.

Sonia 08 mira el comedor. Parece extasiada.
-¡Qué líndo departaménto! -dice-. ¡Qué líndas cortínas!
Yo la beso.

Ella se separa. Mira la biblioteca.
-¡Cuánto Pául Aúster! -dice.
-Es de mis escritores preferidos -digo.
-Siémpre empiéza bien y termína mal -dice.
Uf. Podría decirle que lo que hace Auster es una miztura de géneros menores, que por lo general recurre al melodrama, al final, para dar una solución existencialista a lo que fue desarrollando en la trama.
Sin embargo, la beso.
Le saco el pulóver.
La invito a pasar al dormitorio.

-¿Qué es lo que más te gustába del séxo con Sónia 04? -pregunta.
-Los petes, era buena petera -digo entre besos.
Sonia 08 me desabrocha el cinturón. Ella está de rodillas en la cama, yo parado en el piso.
-Ahóra vas a ver -dice.
Mi pantalón cae, los mismo que mis calzoncillos. Pronto, algo cálido y húmedo rodea mi pija erecta.
Veo.
Cierro los ojos, y veo.

Me cuesta, que me la chupen de parado. Tiendo a perder el equilibrio. No sé, será un principio de sordera -mi abuelo era sordo-. Apoyo una mano en la frente de Sonia 08, la separo, le hago una seña de que terminaré de desvestirme.
-Qué líndos calzoncíllos -dice.
Me los saco.
Ella está en cuatro, en la cama. Dice:
-Qué líndo dormitório, qué líndas cortínas.
Estoy desnudo. Apoyo las rodillas en la cama y Sonia 08, voraz, rodea mi pija con sus labios. Cierro los ojos. Esta vez me puedo relajar y dejarme caer sobre la cama.

Sonia 08 aún está a medio vestir. Tiene una bombacha roja, un tanto deshilachada. Se la quito.
Mientras sigue chupando, con un dedo comienzo a explorar en sus profundidades.

Mientras sigue chupando, pienso que tiene novio. Me siento un hijo de puta. El pobre pibe piensa que ella se fue a dormir, y ella me está tirando la goma. Ella, quien me considera una especie de ídolo literario. Me siento extraño.
Y en la pija siento tantas cosas.

Soy inquieto, en lo que a sexo se refiere. Le propongo con gestos un 69. Ella se pone boca arriba. No es lo más apropiado, la mujer abajo en el 69, siempre da la impresión de que uno la puede ahogar. Pero bueno. Me acomodo, su boca nunca suelta mi pija. Acerco mi cabeza a su entrepierna. Soplo. Ella suelta lo que tiene en sus labios, dice:
-Ésto va a ser méjor de lo que esperába.
Y yo todavía ni la toqué.

Luego del sexo oral -seguiría toda la noche, puedo pasar horas haciendo una mineta, me encanta-, ella quiere sentirla adentro.
Me incorporo. Voy hasta la cómoda, tomo un preservativo. Me lo coloco. Cuando giro, veo que ella me espera en cuatro.
Me acerco a ella.
-Date vuelta -digo.
Ella gira la cabeza. Me mira.
-Por ahora, date vuelta -digo.
No sé, será que soy un romántico. Pero al menos al principio me gusta mirar la cara de la mujer a la que me estoy cogiendo. O, mejor dicho, con la que estoy cogiendo.

Le empiezo a dar fuerte. Misionero en estado puro.
En un momento, se me cansan los brazos que sostienen mi cuerpo. Le propongo apoyarnos en la cama, hacerlo así, los dos en la cama, tipo cucharita.
-Vos sí que sábes cóger -dice.
Yo no digo nada.

Acabo. Voy al baño. Tiro el preservativo. Me recuesto en la cama, junto a Sonia 08. Sé que no lo debería preguntar. Sin embargo, pregunto:
-¿Acabaste?
Quizás en esta ocasión lo pregunto porque sé que acabó.
Ella sonríe.

-Vos sábes cóger.
-Bueno, todos sabemos.
-No, el résto de los hómbres no. No sáben. Acában enseguída.
-¿Todos?
-Tódos.
-Ah.

-La ténes múy gránde.
Bueno, acá es donde empiezo a dudar de todo lo que me dice.
Honestidad brutal: no la tengo grande. Dormida, da vergüenza ajena. Despierta, la medí con regla, está en el promedio de lo normal. Comparada con las pijas de películas porno, es un chiste malo.
-No, no la tengo muy grande, Sonia 08. La sé usar, pero no la tengo muy grande.
-La ténes múy gránde.
-Ni muy ni grande. Creo que es normalita.
-No, es graaaaaaande.
Me río. Ella me mira, seria.
-O tódos con los que estúve la tenían chíca.
-¿Y estuviste con muchos?
Ella sonríe.

Se va la segunda.

Misionero, otra vez.
Mientras embisto, aferro las cachas de su culo. Con el dedo meñique, como quien no quiere la cosa, puerteo su ojete. Es un vicio, más que un deseo. El sexo anal me gusta, aunque no me vuelve loco. Depende, en verdad, del diámetro vaginal de la dama en cuestión. En este caso, me lleva a puertear con el meñique esta misma noche. En verdad, estoy viendo si ella me frena. No dice nada. Apoyo el dedo. Entra como Pancho por su casa. Lo retiro. Sigo con lo que estaba. Así se pierde el sabor de conquista.

Mientras seguimos con el segundo, miro el reloj: son los tres de la mañana. Recuerdo que mis vecinos -dormitorio pegado al mío- cada tanto cogen. Son un matrimonio joven. Ruidosos, se nota. No muy creativos ni persistentes. Pero una vez a la semana cogen, contra mi cabeza que intenta dormir diría, siempre en día de semana.
Es día de semana. Son las tres de la mañana.
Es una venganza infantil, pero quizás todas lo sean.
-Gritá, gritá -digo.
Y Sonia 08 grita, gustosa.

Ok, esto es sólo sexo, pienso entre uno y otro (segundo y tercero).
Sin embargo, he aquí mi debilidad: no sé cómo sostener una relación de "sólo sexo". Digo: no tengo la más remota idea. Me criaron, mi vieja, pero especialmente mi abuelo, para tratar a las damas como reinas. No sé hacerlo de otro modo. No sé cuánto hay de imposición y cuánto de deseo, en esto.
Otra cosa: tengo un talento. No sé si es paranormal. Sé que es talento. Detecto debilidades con una facilidad que me asusta. No sé de dónde surge. De repente, las veo. Están ahí. No sé si sirve de aliciente, pero conmigo, con mis propias debilidades, me resulta mucho más fácil y, en ese caso, soy impiadoso.
Las dos cosas se combinan, mi deseo/imposición de tratar como una dama, como una reina, a cualquier mujer y mi capacidad de detectar debilidades.
Le acaricio la cara y le pregunto por su adolescencia.
Ella empieza a hablar de cosas que la atormentan. Cosas que intuía. Cosas que me dan pena. Y eso me pone nervioso: ¿debería darme pena, si esto es sólo sexo? ¿Y si el Editor Más Fachero y la Trotamundos tenían razón y soy tan pelotudo como para enamorarme? ¿Y si en verdad lo que me sucede es que no sé enamorarme, que me lo invento todo y por eso me engancho con monstruos como Sonia 04? ¿Cómo hago, para controlar eso? ¿Cómo contengo el deber ser y me entrego a lo que tenga ganas?
Por suerte, la pija se me para y Sonia 08 demuestra ser golosa.

Me quedo dormido. Lo siento, me estoy quedando dormido. Son las cinco de la mañana. Cogemos desde las 11 de la noche -nos encontramos a las 10-. Antes de dormirme sin remedio, digo:
-No te molesta, ¿no?

Cuando abro los ojos, no sé cuánto tiempo pasó, veo que Sonia 08, cabeza apoyada en la mano, codo apoyado en la almohada, me mira fijo.
Y de repente tengo miedo.

-¿No querés quedarte a dormir?
-No, no, méjor me vóy.
Hace tanto frío. No tengo ganas de salir a la calle, con este frío.
-¿Segura que no querés quedarte a dormir?
-Segúra.
-Ok -suspiro.

Salimos a la calle. Una ola polar se cierne sobre Buenos Aires. Caminamos por el pasaje Virasoro, luego Charcas, luego Gurruchaga, llegamos a Santa Fe.
-No te molesta que no te acompañe hasta tu casa, ¿no?
No, no le molesta. Tenía miedo de que fuese tan descortés de no acompañarla hasta el taxi, pero con esta caminata se muestra satisfecha.
-Nos vamos a volver a ver, ¿no? -pregunto.
-Sí, cláro -dice ella.
Y el taxi se pierde por Santa Fe.

Llego al depto. Qué frío, mamma mia. Son las 6 y media de la mañana. Y tengo que ir a laburar. Los músculos, fuera de estado, comienzan a hacerse sentir.

Llamo a Sonia 08, antes de dormirme.
-¿Pása álgo? -pregunta ella, asustada, del otro lado de la línea.
-Quería saber si habías llegado bien.
-Sí, sí. Qué divíno -dice ella, notoriamente sorprendida.
Nos despedimos.

Antes de dormirme, me pregunto con qué clase de hombres habrá estado, Sonia 08, que el hecho de que la llame para saber si llegó bien la asombra tanto. Para mí es natural.
Y entonces otra pregunta: en qué lugar se ubica ella para tratar con esa clase de hombres.
Y entonces otra pregunta: qué tipo de mujer cree que es.
Y entonces otra pregunta: qué mujer es.

Por suerte, me duermo luego de una de las mejores noches de sexo de toda mi vida.