Sonia 00 pregunta:
-¿Qué hacés?
Yo digo:
-No digas nada y agarrá.
Hoy, al despertar, la decisión ya estaba tomada. En verdad, la idea venía revoloteando desde días atrás, y ayer, al dormirme, con la cabeza contra la almohada, supe que iba a hacerlo. Hoy, como decía, al despertar, la decisión ya estaba tomada. Desayunar, con una decisión tomada, hace que el café tenga otro sabor, que chequear mails tenga otro sentido, que viajar en bondi sea más leve.
Todo, todo el tiempo, una imagen: Sonia 00 sonríe, aliviada.
Todo, todo el tiempo, una sensación: Sonia 00 estaba contrariada por sus problemas económicos, y, en medio de eso, yo generaba una sonrisa.
Sonia 00 dice:
-Vos estás loco, Elemental.
Yo digo:
-Basta, dejate de joder y agarrala.
Fiché como todas las mañanas, temprano para que la mediocridad no me tenga aún prisionero cuando baje el sol. Por algún motivo, creo que es peor ser mediocre -es decir, estar trabajando acá- cuando el sol ya se ha posado. No sé, la sensación es que, en la oscuridad, lo mediocre se apoderaría de mis sueños.
Encendí la computadora, que, como de costumbre, andaba mal. No tomaba el usuario, luego el password, luego se apaga y enciende sola. Lo de siempre.
Me serví un café, disfrutando de la soledad, disfrutando de lo que iba a suceder.
Sonia 00 dice:
-Yo nunca quise decir esto.
Yo digo:
-Agarrala y no chilles más.
Fui al cajero automático que está dentro del edificio. De acuerdo a mis cálculos, el contrato de Sonia 00 saldrá en unas semanas. De acuerdo a mis cálculos, cuatrocientos pesos son una suma suficiente como para tirar durante unas semanas, si tengo en cuenta que Sonia 00 no tiene que mantener su casa.
Introduje la tarjeta de débito, tipeé mi password de cuatro cifras, opté por "extraer", opté por "cuatrocientos".
Para asegurarse, la máquina me consultó acerca de mi número de DNI. Respondí correctamente.
Pronto, cuatro billetes escupidos.
Los tomé, los doblé, los escondí en el bolsillo delantero del pantalón, el bolsillo angosto, que está dentro del bolsillo ancho.
Volví a la oficina y esperé a Sonia 00 con una sonrisa que no entendió nadie.
Por lo general, es difícil sonreír en la mediocridad.
Sonia 00 dice:
-En serio, Elemental, no puedo.
Yo digo:
-Claro que podés.
Cuando llegó Sonia 00, se acercó a saludarme. Aproveché el beso en la mejilla para decirle, suave al oído:
-¿Bajamos al jardín?
Bajamos. Le pregunté por su contrato, por si había novedades. La dejé desahogarse. Escuché con paciencia, en silencio. Cuando nos levantamos para volver, dije:
-Esperá.
Saqué los cuatro billetes de cien, se los tendí.
Ella dijo que no, yo insistí.
Insisto.
Ella toma los billetes.
-Gracias -dice.
-No tenés nada que agradecer. Si esto te pone bien, a mí me pone mejor.
-Gracias, Elemental, nunca nadie hizo algo así por mí.
Y agradezco al cielo que no dijo qué suerte que somos amigos.
jueves, 19 de julio de 2007
Sonia 00: Los cuatrocientos pesos, los cuatrocientos golpes
Etiquetas: Sonia 00