jueves, 28 de junio de 2007

Sonia 08: Conversación telefónica

Miércoles 30 de mayo de 2007 (cont.).

Miro el celular.
Mensaje de texto.
Número de teléfono que no tengo registrado.
Abro, leo:
"Soy Sonia 08, para que me tengas agendada".

Respondo, entonces:
"Ok".
Breve, contundente.

Responde, entonces:
"¿Quién sos? ¿Elemental? ¿Éste es otro número?".

¿Cómo, otro número? Tengo un sólo celular, no entiendo nada. Me parece más simple, a esta altura, conversar. No a esta hora, pero bueno, evidentemente ella está despierta preparando su examen. No puedo creer que esté llamando, con intenciones non sanctas, a alguien que aún da exámenes formales. Me siento viejo. Sin embargo, llamo.
-¿Hola? -dice Sonia 08 del otro lado de la línea.
La voz. Si uno debiera guiarse por los mails recibidos, se imaginaría una voz ronca, de comehombres, de mujer que ha metida tanto en su boca que la voz terminó por modificársele. Todo ello, claro, no responde a lo racional, porque dudo que lo que una mujer meta en su boca modifique su voz y dudo que las formas de ser tengan siempre voces que se relacionan. Pero bueno, a veces uno hace esas idioteces. Y, en este caso, me esperaba una voz ronca, sugestiva, sexy, una voz que gime en vez de hablar. Lo que me encuentro, en cambio, es una voz finita, de pito diría (por favor, sin chistes groseros al respecto), aguda. Habla rápido, además, las letras se superponen unas con las otras. La hache, la o, la ele, la a, más que conformar una palabra, conforman un único y estridente sonido. Cuando salgo de mi asombro, digo:
-Hola, quedate tranquila que éste es mi único número.
-¿Quién habla? -su voz se agudiza aún más, debo alejar el tubo del oído si no deseo perder los tímpanos.
-Elemental, Sonia 08.
-Ah.
-¿Qué pasó con eso de los celulares y los números? Tengo uno solo.
-No sé.
Silencio. La verdad, no sé si prefiero el tono agudo o el silencio. Quizás le molesta, que llamé.
-Bueno, entonces te deseo mucha merde para el examen de mañana.
-Grácias -en Sonia 08, todas las palabras parecen tener acentuación grave.
-Nos vemos mañana, ¿no?
-Sí.
-Bueno, chau, un beso.
-Cháu.
Corto.

Voy a la cama. Me cuesta dormirme. Hay dos preguntas que me desvelan: ¿mañana cogeré? ¿con quién me estoy encontrando?