Miércoles 7 de febrero de 2007.
Estoy tranquilo, pero enojado. Así es como voy al trabajo: tranquilo pero enojado. El Flaco me pregunta qué pasa que tenés esa cara, y le cuento. Hasta ahora, el Flaco siempre se mantuvo en opiniones prudentes. Esta vez, dice:
-Ella estaba angustiada, y te llamó a vos para pasarte su angustia. Basta, loco, sacátela de encima de una puta vez.
Asiento. Lloro, pero asiento.
Al mediodía me llama mi vieja. Dice que miró el diario, pero que no salió ningún departamento.
Sé que la relación con Sonia 04 está terminada. Ayer, sin ir más lejos, retorné al blog. Escribí un post. En verdad, aún no estoy en condiciones de hablar sobre el tema, no si deseo hacerlo con algo de humor. Pero está decidido: retomo el blog de mis desventuras amorosas, ahora con una tragedia, una película catástrofe del género romántico. La semana que viene, cuando esté más tranquilo.
Llego al depto. Estoy solo. No suena el teléfono. Enciendo mi computadora. Juego al solitario, al buscaminas. Mientras lo hago, pienso en Sonia 04, en todo lo que hizo -que ME hizo- Sonia 04.
En mi vida conocí, en algunas oportunidades, el odio. No es para toda la vida, como dicen algunos. Son momentos. Momentos en los que se desea que el ser odiado desaparezca de la faz de la Tierra, que se muera, que sufra. Luego se va, el odio. Como todo, se va.
Ahora, en relación a Sonia 04, siento eso.
Pienso: me usó. Me usó para algún día, cuando sea una tía solterona y los padres -la madre lo sabe, el padre supongo que también- le digan que es resultado de cosas tales como haber desperdiciado tirándole la goma durante dos años a un tipo casado, poder esgrimir que al menos lo intentó. Un intento. Eso es lo que fui para Sonia 04. Un intento. Otro intento. Probablemente, no el último. Habrá un próximo, claro, seguro. Es una mina fácil de seducir, porque se sabe una mierda. Lo difícil es sostenerla, aguantarla. ¿Qué pensará el futuro mártir, cuando ella le hable de mí, cuando le diga "con mi novio anterior teníamos muy buen sexo", cuando vayan a un restaurante y le diga que ahí fue conmigo, cuando vayan a Mar de las Pampas y se empecine en ir a las cabañas Lemú? ¿Qué hará Sonia 04, hasta conseguir su próximo mártir? Mirar sus trofeos. Bajo un aparente manto de dolor, de culpa, gozará con esos trofeos que atesoró. Esos son sus verdaderos tesoros.
Automáticamente, giro la cabeza. Además de mi computadora, en el cuarto está también la de ella. La enciendo. Todo sucede muy rápido, más allá de que su máquina es más lenta que una carreta. Una vez que la máquina está abierta, abro el Explorador de Windows. Allí, abro Mis Documentos. Allí, veo las carpetas Rafael y Edgardo, con todos los mails que atesora, sus únicas posesiones de valor: recordar relaciones como si ella alguna vez hubiese intentado amar, como si estuviese en condiciones de amar a alguien. Tecleo con el mouse una vez en la carpeta Rafael. Presiono control en el teclado, y luego con el mouse una vez en la carpeta Edgardo. Las dos carpetas están marcadas.
Hija de puta, pienso.
Hija de mil putas, pienso.
Andate a la reputísima madre que te parió, deseo.
Presiono delete. Una ventana me pregunta si estoy seguro de lo que deseo. Sí, estoy seguro. Cierro el Explorador de Windows. Vacío la Papelera de Reciclaje. Una ventana me pregunta si estoy seguro de lo que deseo.
Sí, estoy seguro: a Sonia 04 le deseo lo peor.
Y las carpetas se eliminan para siempre.
Andá a buscar tus trofeos, ahora, la reconcha de tu madre, pienso.
Son así, los momentos de odio.
Después pasan.