viernes, 25 de mayo de 2007

La peor cita de tu vida: Luisette (y 5)

A esta altura el tipo me caía bien, me causaba gracia, no sé. Yo veía toda la situación desde afuera, como desde el foco del café que nos alumbraba, veía el cuadro completo y pensaba que no teníamos nada que ver y que ambos, cada cual a su manera intentaba pilotear lo mejor posible el momento. Yo hacía esfuerzos por escucharlo seriamente, mordiéndome la risa, para que el breve espacio de la cita transcurriera de una manera poli, para que él se sintiera cómodo. De última después de irme no le daba más bola.

Y se vé que resultó, que se sintió cómodo porque empezó una suerte de monólogo. Estuvimos dos horas, casi 3 en el café, y miento si digo que era un diálogo, era más bien un soliloquio de su parte con pequeñas intervenciones mías tales como “Ahá” “Mmm” “qué bien!””jaja” “en serio?” Pensé que hubiera sido mejor si ibamos a los boxes y él se recostaba, mientras yo con lentes tomaba apuntes de los aspectos mas relevantes de su discurso. Me contó desde su infancia en La Plata, el divorcio de sus padres, que la madre era bailarina y el padre la había engañado con otra y después la había dejado, alejándose también de él. Su relación estrecha con la mamá, sus angustias laborales recientes, su separación y su culpa de padre divorciado que no quiere ser padre ausente porque eso fue lo que tuvo que padecer él en su infancia, etc.

Ah! También algunos pasajes con sus fracasadas salidas de nuevo soltero, que está fuera de timming para el levante. Eso resultó gracioso, me hizo reír.

Pero la verdad es que me pareció too much para primera cita, yo ni loca cuento todo eso!!!

Digo, qué necesidad de desahogarse que tiene la gente, cuánta falta de contención. A mí siempre me pasa que la gente me cuenta sus intimidades, y yo sin querer saberlas!!! Sin siquiera preguntar, soy terreno para la confesión, pareciera que tengo un cartel que dice: “Vení, contáme todo que yo te escucho” Por eso mis amigas me apodaron “Luisa Delfino”.

La verdad es que por ese par de horas me limité a sorber café y emitir algunas intervenciones (pequeñas y preferentemente graciosas, para que sonría) como para dar cuenta de que lo estaba escuchando, pero me quería ir a mi casa. Estaba empezando a aburrirme.

Del otro lado de la mesa la situación era la inversa, el tipo se repantigaba en la silla, poniéndose cómodo. En una de esas, viendo que se hacía tarde, me dijo: “querés que pidamos una pizza”

Ja! Pero qué falta de glamour, che! Venír el primer día a contar toda su vida, en torno a un café y una pizza!! Está bien para amigos, pero nada mas puede salir de ahí . No sé, pero creo que prefiero las cosas de otra manera. Sí, de hecho…lo prefiero.

Agradecí, rechazando la invitación y aproveché que pude meter bocado para decir que se me hacía tarde, que mejor la seguíamos en otro momento, en otra oportunidad.

Abrí la puerta del café (ya había observado antes que la caballerosidad no era su fuerte) y respiré el aire de la libertad.

Free Again! Pensé.

Tenía que contarle todo a mis amigas, que ya me habían mandado más de 5 mensajes de texto during the date.