sábado, 26 de agosto de 2006

Una mujer, todas las mujeres

En cierto sentido, todas las mujeres que nos cruzamos en la vida son una sola. Si uno resulto seguidor de Freud, esa mujer sería la madre. Si uno no es seguidor de Freud, bueno, no importa. Basta con decir que todas las mujeres que nos cruzamos en la vida son una sola.
Me enfrento, a partir de este punto, con un dilema ético. ¿Revelar o no los nombres reales de las implicadas? Voy a hacerlo público, y si bien mencionarlas sólo con el nombre de pila me exceptuaría de conflictos legales, mi amigo el Libanés (sobre quien ya hablaré) dijo con dedo acusador: "si lo leen ellas, te lo van a recriminar".
Bueno, si todas las mujeres son una misma, bien podrían tener el mismo nombre. En mi última novela la chica que seduce al protagonista, que tanto se me parece, se llama Sonia. Sonia, entonces.
Diferenciaré sólo con un número, que irá creciendo a medida que se sumen Sonias en el relato, por estricto orden de aparición en el blog. Si algo no deseo, es crear escándalos motivados por el cartel.
Sonía y un número.
Vayamos a Sonia 01, entonces.