Martes.
Bajamos con Sonia 00 al jardín en varias oportunidades.
Primera oportunidad.
Ella: -Estoy muy contenta, de que podamos ser amigos.
Yo: -Sí, qué bueno.
Segunda oportunidad.
Ella: -¿Viste qué bueno que hayamos vuelto a charlar, así, en carácter de amigos, sin presiones?
Yo: -Sí, buenísimo.
Tercera oportunidad:
Ella: -La verdad que extrañaba, charlar así, con vos, que sos así, tan cálido, tan cuidadoso, tan buen amigo.
Yo: -Gracias.
Cuarta oportunidad:
Ella: -Cuando me invitaste a salir me dio un miedo de que no pudiésemos ser más amigos...
Yo: -Soy un tipo maduro.
Por la tarde, me encuentro con el preceptor. Le cuento las novedades. Me mira, antes de entrar al cine.
-¿Vos estás seguro de lo que estás haciendo?
Me encojo de hombros.
-La verdad, disfruto al estar con ella. Mirarla, escucharla, que me pase a buscar por la oficina...
-Sí, pero vos no querés ser sólo su amigo.
-Eso es un detalle.
-Pero vos, cuando ella te habla, ¿no la querés besar?
-Claro.
-¿Y entonces?
-Y entonces, como soy un tipo maduro, acepto que estoy hecho un gordo paposo, que ninguna mina en sus cabales me daría bola. Y disfruto de lo que tengo.
-Pero no digas pelotudeces, Elementalito, vos tenés lo tuyo.
-Mirá, lo objetivo es lo objetivo: estoy hecho un gordo paposo.
-Con una dieta se va. Vos sos flaco naturalmente, siempre estuviste flaco, ahora engordaste porque te dejaste estar.
-Por eso, cuando vuelva a estar flaco ella me va a dar bola.
-Ajá. ¿Y mientras tanto?
Me encojo de hombros, una vez más.
jueves, 28 de junio de 2007
Sonia 00: Adaptándome
Etiquetas: El Preceptor, Sonia 00